Publicado en Mundiales, hace 3 días
Nueva York.- El expresidente de Estados Unidos Jimmy Carter, electo en 1976 y ganador del Premio Nobel de la Paz, murió este domingo a los 100 años.
Carter, que se encontraba en su hogar en cuidados paliativos y votó en las pasadas elecciones, había recibido tratamiento por una forma agresiva de cáncer de piel tipo melanoma, con tumores que se habían extendido al hígado y al cerebro.
Su muerte fue confirmada por su hijo sin dar más detalles, según el Washington Post.
Carter es recordado como un mediador en conflictos mundiales, defensor de los derechos humanos y estadista, un papel que le validó el Nobel de la Paz.
El presidente demócrata, cuyo mandato de 1977 a 1981 se vio empañado por la crisis de los rehenes en Irán, dejó la Casa Blanca después de una aplastante derrota electoral ante el republicano Ronald Reagan.
Considerado ingenuo y débil en los círculos políticos de Washington, e incluso en su propio partido, este ferviente cristiano evangélico de Georgia que impartió clases en la escuela dominical hasta los 90 años fue una especie de paria durante mucho tiempo.
Pero con el paso de los años, la imagen que se tenía de Carter fue cambiando, gracias a sus actividades tras dejar la presidencia y sus logros como la negociación de un acuerdo de paz entre Israel y Egipto.
Carter, conocido por su amplia sonrisa, centró su mandato de presidente número 39 de Estados Unidos en los derechos humanos, la justicia social y los valores democráticos.
Su política hacia América Latina fue un reflejo de ello. Su administración denunció los abusos de las dictaduras militares del Cono Sur, retiró el apoyo al régimen de Somoza en Nicaragua y se comprometió a devolver el Canal de Panamá a los panameños.
James Earl Carter Jr., su nombre completo que rara vez usó, nació el 1 de octubre de 1924 en Plains, Georgia, al sur de Atlanta, una pequeña localidad donde vivió la mayor parte de su vida.
Después de siete años en la Marina, donde trabajó en el programa de submarinos nucleares y llegó a teniente, regresó a casa para administrar la granja familiar de cultivo de maní.
Pero la política tocó a su puerta. Fue senador estatal de Georgia en los años 60 y luego gobernador en 1971. Pocos años después lanzó la candidatura a la Casa Blanca.
Carter desembarcó en 1977 en Washington para encabezar un país necesitado de un líder que disipara el pesimismo que había dejado la guerra de Vietnam, el escándalo del Watergate y una profunda recesión. Su llegada estaba cargada de promesas y su Partido Demócrata controlaba la Casa Blanca y el Congreso por primera vez desde 1968.
Disfrutó de los dos primeros años con altos índices de aprobación.
Fue entonces cuando convenció al Senado de que ratificara, en 1978, los tratados firmados un año antes con el mandatario panameño, el general Omar Torrijos, para que el Canal de Panamá volviera al país latinoamericano. Carter lo describiría como “la batalla política más difícil que he enfrentado”.
Un momento brillante de su mandato fueron los históricos Acuerdos de Camp David de 1978 firmados por Menájem Beguín de Israel y Anwar Sadat de Egipto, que finalmente condujeron a un tratado de paz al año siguiente.
Carter también inició relaciones diplomáticas con China tras un acercamiento iniciado por la administración de Richard Nixon, y acordó con el régimen de Fidel Castro en Cuba la reapertura de las sedes diplomáticas bajo la forma de Sección de Intereses.
El final de su mandato quedó marcado por la toma de la embajada estadounidense en Teherán por islamistas radicales en noviembre de 1979 y el intento fallido de rescatar al medio centenar de estadounidenses cautivos en 1980. Fueron liberados el 20 de enero de 1981, el mismo día de la investidura de Reagan.
Su manejo de la segunda crisis petrolera, en 1979-1980, también recibió críticas. Las imágenes de autos haciendo fila en las gasolineras se asociaron mucho tiempo con “los años Carter”.
Tras su derrota en las urnas, los republicanos estuvieron 12 años en la Casa Blanca, primero con Reagan y luego con George HW Bush. Hasta el día de hoy, pocos líderes demócratas reclaman el legado de Carter.
En una biografía de 2010, el historiador Julian Zelizer dijo que Carter había sido víctima de “una serie de circunstancias extraordinariamente difíciles que habrían desafiado a cualquier presidente”.
“Ser un ‘outsider’ en Washington resultó ser tanto una bendición como una maldición”, escribió Zelizer, profesor de la Universidad de Princeton.