Publicado en Todo Incluido, hace 2 semanas
El libro de Eclesiastés 7:8 contiene un verso célebre que dice: “Más vale el fin de un asunto que su principio”. En el lenguaje de todos los días, esto se traduce como: “no es cómo se empieza, sino cómo se termina”.
Este mensaje bíblico nos recuerda una verdad inherente al ser humano: a diferencia de otras formas de vida, contamos con el privilegio de reinventarnos.
En este sentido, estoy convencido de que la vida brindará al expresidente Danilo Medina la oportunidad de transformarse y redefinir su legado.
Durante sus años de gobierno, Medina consolidó la clase media, expandió la jornada escolar extendida, construyó escuelas, estableció estancias infantiles, apoyó a los agricultores, y emprendió otras iniciativas que contribuyeron significativamente al crecimiento y desarrollo del país.
Sin embargo, sus tensas contradicciones con el Dr. Leonel Fernández, que van más allá de lo político, marcaron un punto de quiebre. Ese antagonismo no solo provocó la salida del poder del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en 2020, sino que también proyectó un lado oscuro de su liderazgo, opacando los logros alcanzados durante sus dos mandatos presidenciales.
Hoy, las circunstancias le ofrecen la oportunidad de redimirse ante la historia. Medina puede elegir si será recordado como el líder que obstaculizó el retorno al poder del bochismo, o como aquel que facilitó el resurgir de los hijos de Juan Bosch.
Las preguntas finales son claras: ¿optará por consolidar su legado positivo o por perpetuar la división que marcó el ocaso de su gestión?