
Publicado en Todo Incluido, hace 2 horas
Por: Ling Almánzar.-
El nacimiento de Jesús está teñido de paganismo. La Navidad es gran tradición cristiana y honra al líder máximo de la religión, pero tiene una historia llena de mitos. Esta celebración hunde sus raíces en el poderoso Imperio romano, donde se rendía culto al Sol Invictus, la deidad mayor. Luego, el Sol Invictus alcanzó categoría de imperio con el emperador Aurelio, entrado el siglo III de la Era cristiana. Ese culto pagano fue tomado de la cultura siria. En Roma, además, se rendía culto y reverencia al dios Saturno y se celebraban las Saturnalias, unas bacanales de apaga y vámonos.
De eso hace casi dos mil años y, sin embargo, aún conserva el sabor de la tradición cristiana. En esa época de dominio romano había magia y grandes supersticiones. Se creía, por ejemplo, que cuando el dios sol se retiraba y llegaba la noche, las tinieblas y los demonios se apoderaban del mundo. Por tanto, había que reverenciar y rendir pleitesía al dios solar.
El gran culto llegaba a su clímax en diciembre, con el solsticio de invierno. Ese día (21, 22 de diciembre) era el más corto del año y el de la noche más larga, dando paso a meses de oscuridad espesa y abrumadora. Así pues, con los días más efímeros y las noches interminables, se afectaba también el ciclo de la producción agropecuaria. Por tanto, había que invocar el pronto regreso de Saturno y su necesaria luz, para que volviera la prosperidad y el reinado del sol. La oscuridad era el símbolo más siniestro de la maldad, y había que dispersarla con la fuerza del astro rey.
En esta encarnizada lucha de dioses y creencias, la Saturnalia sufrió una curiosa transformación, al asumir la fecha del natalicio del niño Jesús. Saturno se volvió el mesías cristiano y, desde entonces, la fecha se hizo clásica. Otra cosa es cierta: se cuestiona la fecha del natalicio de Cristo. No fue el 25 de diciembre, sino en septiembre u octubre, según cristólogos e historiadores. Otros estiman que debió ocurrir en abril o mayo. En todo caso, lejos de diciembre fue que sucedió.
De hecho, las navidades cristianas arrancaron casi dos siglos después del natalicio del mesías. Los primeros cristianos aborrecían las bacanales de la Saturnalia, pues las consideraban un festín de libertinaje y depravación. Después, se cristianizó el Imperio romano y Constantino oficializó la religión, lo cual también hizo oficial el mítico 25 de diciembre y el natalicio del Señor.
Antes de la Navidad está la Nochebuena, una celebración previa en vísperas de la fecha natalicia. Esta previedad se hacía por herencia judía. El sábado judío arranca en la tardecita del viernes. Las tres religiones monoteístas, hijas de Abraham, tienen su día sagrado: el viernes del islam, el sábado del judaísmo, el domingo de los cristianos. Esta trilogía de dioses reside en Jerusalén, la gran madre de la fe.
Es un maravilloso culto mítico-cristiano que ha vivido en Occidente durante dos mil largos años. Ese legado primitivo llegó para quedarse.