Publicado en Editorial, hace 6 años
Prevenir las inundaciones en zonas urbanas y rurales a las que repetidamente les ocurre lo mismo cuando llegan los cíclicos temporales debería convertirse en prioridad con el uso de recursos para construir drenajes y barreras contra la acumulación de agua, tarea que debe asumir el Estado que dispone de equipos y personal, aunque es notorio que no siempre conjura a tiempo los perjuicios causados por crecidas. Existe una deuda de atención a comunidades castigadas por lluvias anteriores.
A la falta de prevención se suma lo tardío de algunos remedios, una falta de agilidad oficial que prolonga el efecto de daños sobre la comunicación terrestre en perjuicio de la agricultura y el diario vivir de moradores en secciones y parajes. El clima se está volviendo más trastornador. Las soluciones deben ser más expeditas.