
Publicado en Todo Incluido, hace 2 horas
Angel Puello
En los últimos diez años hemos sido testigos de un fenómeno fascinante en la política mundial: candidatos que, sin contar al inicio con el favoritismo de las encuestas, logran irrumpir, dar la sorpresa y terminar ganando —o al menos posicionándose tan fuerte que alteran el mapa electoral. Estos “gigantes silenciosos” conectan con focos ocultos del electorado, combinan estrategia digital y terrestre, y sacuden los pronósticos.
A continuación analizamos algunos casos emblemáticos y las lecciones comunes que dejan.
Quizás el caso más reciente de impacto: Paz comenzó la campaña con apenas un 3 % en las encuestas, y aun así logró imponerse con aproximadamente 54–55 % en la segunda vuelta. Su estrategia incluyó asociado estratégico en redes sociales (su fórmula vicepresidencial Edmand Lara elevó el foco anticorrupción) y un discurso híbrido que fusionó “capitalismo para todos” con justicia social. Paz capitalizó el desencanto con los gobiernos anteriores del partido MAS y presentó una narrativa de cambio que conectó tanto con el electorado rural como urbano.
Gabriel Boric – Chile (2021)
Aunque no partía desde lo más bajo, Boric fue considerado una sorpresa: joven, sindicalista y fuera del círculo tradicional, derrotó al favorito José Antonio Kast en una segunda vuelta con cerca de 56 %. Su campaña dominó redes, articuló un movimiento generacional que explotó tras las protestas de 2019 y presentó un discurso disruptivo que resonó con la juventud y los desencantados con la política clásica.
Emmanuel Macron – Francia (2017/2022)
Rodrigo Paz Pereira – Bolivia (2025)
Macron irrumpió en 2017 como candidato sin los aparatos tradicionales de los grandes partidos; su movimiento recién fundado le permitió capitalizar desgaste de los partidos históricos. En 2022 reafirmó su posición ante la derecha y la izquierda extremas, en circunstancias donde las encuestas y estructuras tradicionales no anticiparon su renovado mandato ni la irrupción de nuevos actores.
Otras regiones y versiones del fenómeno
En otros continentes también se repite la lógica. En Asia y África, candidatos emergentes que supieron usar redes sociales, plataforma digital movilizadora y alianzas tácticas lograron remontadas ante modelos de partidos anclados. Estudios señalan que la brecha entre encuestas y resultados reales se agranda cuando la medición no capta voto oculto, movilización territorial y uso de data electoral.
¿Por qué se producen estas sorpresas?
Fallos en las encuestas: no captan el “voto digital”, el activismo online, el desencanto o la movilización oculta.
Narrativas frescas: los aspirantes sorpresa presentan cambio real, rompen marxismos tradicionales, apelan a seguridad, economía y anticorrupción.
Segmentación y microtargeting digital: uso de data, real-time targeting, mensajes virales adaptados.
Movilización híbrida offline-online: campaña de base, voluntarios en territorio + presencia digital moderada.
Contexto de crisis o descontento: gobiernos desgastados, economías frágiles y electorados proclives al cambio.
¿Qué hacen en común estos candidatos?
Construyen presencia digital desde temprano, dominan plataformas emergentes.
Cuentan con equipo técnico especializado (datos, segmentación, viralidad).
Apelan al desencanto con la clase política tradicional: “rompemos lo viejo”.
Incluyen mensaje emocional ligado a problemas concretos (empleo, seguridad, costo de vida).
Hacen alianzas tácticas, incluso si parten de estructuras débiles.
Conclusión: la política reinventada
El surgimiento de candidatos sorpresa confirma que la política ya no depende únicamente del aparato partidario, del financiamiento tradicional o de los medios convencionales.
Hoy se impone una lógica híbrida: estrategia digital, narrativa disruptiva, movilización territorial, y un contexto donde la ciudadanía está más dispuesta a apostar por lo inesperado. En América, Europa y otras latitudes, estos “gigantes silenciosos” ganan espacio porque captan lo que los encuestadores y los partidos tradicionales pasan por alto: la ola subterránea del cambio.
La política se ha transformado en una carrera de datos, redes e ideas frescas. Y quien entienda esto, tendrá ventaja. Quienes no, probablemente quedarán desplazados.
En un mundo donde el votante ya vive en su teléfono, el futuro de las campañas pasa por conectar ahí, no solo en mítines. La victoria ya no es para el más fuerte en estructura; es para el más ágil, el mejor posicionado digitalmente, el que llega al corazón de la ciudadanía antes que los pronósticos lo vean.