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Un país soberano

Publicado en Todo Incluido, hace 1 hora

Cuando Juan Pablo Duarte concibió la idea de un país independiente, soberano de sus propias ideas, caminos y decisiones, lo hizo pensando en todas las colonias de América que habían logrado liberarse del yugo de las coronas española, inglesa y francesa.

No creo que haya vivido lo suficiente para darse cuenta de que una de estas «excolonias» se estaba fortaleciendo tanto que llegaría a imponer su voluntad y martillo hasta nuestros días presentes. Más de cien años.

Esos sueños que gestaron nuestros fundadores: Bolívar, Sucre, San Martín, Artigas y docenas más,
se vieron «empañados» desde sus principios por las eternas ambiciones que traemos insertadas los hombres.

No hay uno solo de todos aquellos héroes, pensadores y libertadores que no fuese vejado, ultrajado y acusado de traidor. En nuestros tiempos, a estos se les dice “comunistas” o “liberales”…

El tiempo, ese que no dura mucho y que tarda en hacer justicia, termina dándole el lugar que sus “envidiosos y ambiciosos” contemporáneos les negaron.

Gracias a esos individuos vendepatrias de antaño, hoy en día “sus herederos” han mantenido la tradición de sus ancestros y continúan vendiendo la patria, a la que nunca les ha importado un bledo.

No existe un país de América Latina que haya tenido un trayecto ininterrumpido de crecimiento independiente. Todos han sido manipulados por los Estados Unidos a punta de “plata o plomo”, como solía decir el “Al Capone latino”, Pablo Escobar.

O te corrompes o te quito del medio: esa ha sido la forma de saquear del imperio del norte, herencia que sembró Europa en su largo proceso de “civilizarse”…

Todas esas grandes e impresionantes ciudades de Europa y de los Estados Unidos fueron construidas en base a explotación y saqueo de los pueblos más débiles de África y América Latina.

No hemos tenido una verdadera independencia y seguimos siendo “colonias aguachapadas” a las que se les permite usar banderas e himnos patrióticos para que “se crean el cuento” de soberanía.

Las colonias renegadas, Cuba, Venezuela y Nicaragua, han sido castigadas limitando el flujo de mercancías para que la escasez provoque la desesperación de la gente y termine tumbando a “esos desgraciados”.

Cierto es que, como ya dije antes, esas eternas ambiciones insertadas en los hombres no son exclusivas de la derecha o la izquierda. Son generalizadas en todos.

Independientemente de dictaduras aceptadas e impuestas por los gringos o “los rusos”, aún no hemos podido decidir por nosotros mismos y terminar de crecer, como hace un ser humano que pasa por villas y castillas hasta que termina “madurando” y enfocándose en cosas mejores para él.

Seguimos atados en nuestro crecimiento porque “papá” no nos suelta de la mano ni nos permite que aprendamos en base a nuestros errores y desmadres, que son los verdaderos maestros de la vida.

Nos envía cañones a nuestras costas y nos amenaza con castigarnos… si no nos portamos bien…

Lo más triste de todo esto es la ambigüedad e ignorancia de muchos pobladores de nuestros países, que suelen ponerse del lado yanqui y acusar a los que denunciamos esto como “aprovechados” y malagradecidos, porque vivimos con y de los gringos.

Yo no sabía que lo malo había que darlo por bueno de acuerdo al lugar en el que uno viviera. José Martí vivió en los Estados Unidos y tuvo la dignidad de defender a los cubanos en el mismo Congreso estadounidense cuando estos habían publicado su opinión sobre “los vagos isleños”…

El abuso y la amenaza —de quien sea— no es cosa que dejaron pasar los que lucharon por darnos una patria. Uno se faja con el hermano mayor cuando “se encojona” con este. Y cuando nos casamos y hacemos casa aparte, no le permitimos que venga a imponer su voluntad.

Sí, la mayoría no se da cuenta de este viejo juego de sacar provecho al mínimo precio o gratis. Deberían preguntarse: ¿por qué seguimos tan pobres y emigrando de lo que amamos?

Echarle la culpa solo a nuestra oligarquía no sería justo. Hay un agitador detrás de todo esto. Una mano negra implacable, un terrorista certificado y bien vestido, de sonrisa agradable, rubio y de ojos azules. ¿Qué mujer se puede resistir a tales encantos?… ¡Salud! Mínimo Gringuero.

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