Publicado en Regionales, hace 2 horas
Alejandro Santos
Resulta angustiante para la población dominicana encontrarse en un estado permanente de vulnerabilidad ante una variedad de amenazas que gravitan sobre todos los ámbitos de la vida nacional.
En muchas ocasiones, referirse a estos temas suele interpretarse como un discurso pesimista, o peor aún, como una “herejía” en contra del gobierno. Sin embargo, no es ni lo uno ni lo otro. Se trata de una alerta, un llamado a la reflexión y a la necesidad de que se aborde con mayor seriedad y previsión la compleja realidad nacional.
Nuestros gobernantes, de ayer y de hoy, han sido prolíficos en discursos y promesas, pero escasos en soluciones. Por eso, los problemas de siempre se mantienen intactos, y las respuestas siguen siendo superficiales, evasivas o irresponsables.
Lo preocupante es que, al mirar de frente la realidad nacional, cuesta encontrar un solo problema estructural que haya sido resuelto en las últimas décadas. Nadie quiere “encender la mecha” que conduzca a una crisis total, pero es innegable que los ingredientes están ahí, visibles y al alcance de todos.
Hacer un inventario de las amenazas que enfrenta el país permite identificar un sinnúmero de riesgos: algunos latentes, listos para estallar, y otros ya presentes en nuestro diario vivir.
Una lista con breves descripciones de amenazas
Pobreza sistémica e informalidad laboral
La tasa oficial de pobreza ronda el 20 %, siendo más alta en las zonas rurales. Sin embargo, la percepción ciudadana apunta a que los niveles reales superan los datos oficiales. Los cinturones de miseria, a menudo invisibles en los reportes, reflejan una dura realidad de autoengaño estadístico.
La informalidad laboral, superior al 55 %, perpetúa la marginalidad y arrastra consigo graves consecuencias sociales: falta de seguridad social, bajos ingresos y exclusión económica.
Endeudamiento del gobierno
La deuda pública se ha convertido en un círculo vicioso. La facilidad con la que los gobiernos dominicanos asumen nuevos préstamos ha borrado la capacidad de asombro.
Entre diciembre de 2024 y mayo de 2025, la deuda creció de US$ 57,587.2 millones a US$ 61,164.8 millones, un aumento de US$ 3,577.6 millones (≈6.2 % en apenas cinco meses).
Hoy, la deuda consolidada supera el 46 % del PIB, y si se incluye la del Banco Central, ronda el 60 %. Más de 60 mil millones de dólares pesan sobre el país, lo que representa un riesgo latente de colapso social y económico. La banca internacional garantiza su pago, aunque sea a costa del sacrificio de la población.
Deuda familiar
Menos visible, pero igualmente peligrosa, es la deuda de los hogares. Las familias recurren cada vez más a préstamos personales y tarjetas de crédito para cubrir necesidades básicas como vivienda, transporte y consumo.
Esta dependencia crediticia genera una vida de aparente clase media baja, pero sostenida en un endeudamiento constante que ahoga la estabilidad familiar.
Déficit fiscal
El déficit público se ha normalizado como parte del engranaje del Estado. En 2024 cerró en 3,1 % del PIB, impulsado por el aumento del gasto corriente y el pago de intereses de la deuda.
El círculo vicioso es claro: más deuda → más pagos de intereses → más déficit → más deuda. La salida siempre termina en lo mismo: nuevas reformas fiscales que aumentan los impuestos y cargan sobre la población los errores de los gobiernos.
Migración haitiana y tensiones fronterizas
El tema haitiano al cual nos hemos referido en otras ocasiones, está lleno de conflictos, y de repercusiones sobre nuestro país.
La presión migratoria desde Haití sigue impactando fuertemente en los servicios públicos dominicanos: salud, educación, vivienda y agua potable.
Conflictos en torno a los recursos hídricos, como el caso del río Masacre, son apenas una muestra de la tensión creciente en la frontera.
Crisis energética y apagones
El sector eléctrico es quizás el mejor ejemplo de ineficiencia y corrupción. Los apagones persisten como expresión de un sistema colapsado, donde los negocios ocultos generan más beneficios que soluciones.
Un caso emblemático es el de Maxi Montilla, cuñado del expresidente Danilo Medina, quien admitió culpabilidad en negocios irregulares y devolvió 3 mil millones de pesos al Estado. Este hecho revela hasta qué punto la crisis energética se alimenta de intereses particulares, en perjuicio de la población que paga cara una electricidad ineficiente e inestable.
Conclusión
La República Dominicana enfrenta una peligrosa combinación de amenazas: pobreza, deuda, déficit, migración descontrolada y crisis energética. Cada una de estas por separado es preocupante; juntas constituyen un cóctel de alto riesgo.
No se trata de pesimismo, sino de realismo. El país necesita consciencia con visión y voluntad política para enfrentar estas amenazas antes de que sea demasiado tarde.