Publicado en Deportes, hace 2 días
Nueva York.- La noticia corrió como pólvora la noche del domingo 8 de diciembre: Los New York Mets y el agente libre dominicano acordaron un rimbombante contrato por 15 años y $765 millones de dólares, el más grande de la historia en Estados Unidos, no solamente para las Grandes Ligas de béisbol, sino de todos los deportes profesionales.
El contrato de Juan Soto es más voluminoso que cualquiera que hayan firmado los futbolistas Lionel Messi y Cristiano Ronaldo, los basquetbolistas Michael Jordan y LeBron James o el boxeador Saúl “Canelo” Álvarez.
Los Mets oficializaron el pacto el miércoles 11 y al día siguiente presentaron al jugador en el Citi Field en una concurrida conferencia de prensa, en la que enfatizaron sus aspiraciones de construir una dinastía y, no menos importante, de buscar el respeto y la atención en una ciudad dominada por sus poderosos vecinos, los New York Yankees.
El contrato de Soto, que rompió el récord establecido por el japonés Shohei Ohtani (10 años y $700 millones con los Los Angeles Dodgers) el año anterior, tiene potencial de terminar valiendo casi el doble que el de Ohtani, el único pelotero de dos vías en la liga, algo completamente inesperado.
Mientras el quisqueyano recibirá exactamente cada centavo como está escrito en el pacto, el nipón aceptó diferir el 98% ($680 millones), sin intereses, en los siguientes 10 años después de concluido. Esa concesión de Ohtani hizo que la Asociación de Jugadores de Grandes Ligas (MLBPA) valorara el contrato en $437 millones 830 mil dólares.
Pero aún hay más a favor de Soto: El jardinero puede rescindir el acuerdo después de la temporada del 2029 a menos que los Mets aumenten su salario anual promedio en $4 millones en ese momento, lo que elevaría el total a $805 millones por 15 años.
Los obstáculos y situaciones que Soto tuvo que superar para llegar a este punto de su vida, es una increíble historia de lucha, coraje, superación y paciencia. Sus padres y su agente, Scott Boras, jugaron un papel determinante para que esto fuera posible.
Juan José Soto Pacheco, el hijo de Juan Soto, un atleta multideportivo que intentó infructuosamente convertirse en pelotero profesional, y Belkys Pacheco, una oficial de casi tres décadas de servicio en la policía nacional dominicana, nació en Herrera, un cinturón de barrios pobres en el oeste de Santo Domingo, la capital de República Dominicana.
El jugador no recuerda exactamente su primer contacto con el béisbol, pero su padre dijo que la aventura comenzó desde antes de que naciera.
«Intenté bastante veces ser pelotero profesional, pero en esa época era difícil. Y al no llegar a firmar, eso quedó en mi cabeza, que mi hijo lo consiguiera», dijo Soto padre a ESPN.
«Mi primer hijo fue una hembra, Natali, pero Dios me dio la oportunidad y el segundo fue varón, y yo dije: ‘Aquí sí es’. Entonces Juan nace medio encorvado, con las piernitas un poquito dobladas», agregó.
«Desde su inicio, desde la barriga, empezaba a decirle y hablar con él. Y Dios realmente, como que escuchó ese ruego, y me permitió entonces llegar con ese muchacho a ser profesional. Y desde siempre, de siempre, le decía, ‘tú vas a ser pelotero, tú vas a ser grandes ligas’, desde pequeñito», dijo Soto Padre.
«Si te digo que me recuerdo al ciento, por cierto, te estoy mintiendo, porque fue desde muy temprana edad. Mi papá me dijo a mí que ya a los cuatro años me estaba llevando a liguitas, a los juegos, aquí, allí, al parque, bate aq
Como la mayoría de los niños con talento superior, en las pequeñas ligas, Juan Soto era lanzador y jardinero.
Lo asombroso en su caso es que para cuando se acercaba a ser elegible para el profesionalismo –a los 16 años de edad para los jugadores internacionales— Soto, sus entrenadores y su familia le veían más oportunidades como pitcher que como bateador.
“Sí, ese era el norte, ese era el norte, porque él amaba lanzar. Aunque tú sabes que todos los niños que juegan ya a nivel (de firmar), fuera del estadio, juegan todo y les gusta batear”, dijo Rafael Zapata, el entrenador que moldeó a Soto en las pequeñas ligas y hasta que estuvo listo para entrar a un programa final de preparación para firmar con un equipo de MLB.
“Le gustaba batear, pero el rol de él, donde él se concentraba, era en el picheo. Claro, no me gusta dejar a los niños estables en una posición, yo dejo que vuelen”, explicó.
Zapata, a quien todos llaman “Papé”, dijo que alrededor del 2013, un año antes de que Soto pudiera firmar, tuvo una visión, después de caer en cuenta que en los pocos turnos que recibía, Soto no hacía swings a bolas malas. Eso y el hecho de que en la próxima promoción del mercado internacional no había grandes bateadores zurdos, llevaron al entrenador a proponer un cambio radical.
Zapata propuso a todas las partes involucradas, incluyendo al propio Juan Soto, convertirse en jardinero y bateador a tiempo completo, una idea que no agradó mucho al pelotero.
“Yo creo que puedo asumir un experimento y cambiarlo de posición, porque creo que el bate que él va a tener, va a costar dinero. Y cuando viene a ver, con la inteligencia que ese tipo tiene, puede que sea un grandesligas en el futuro”, dijo Zapata a los otros entrenadores y al padre de Soto.
“A él no le gustó la idea por ser un cambio brusco, pero no dijo nada por lo disciplinado que era. Hábilmente le ofrecí un caramelo y le dije que de vez en cuando iba a lanzar y aceptó. En un año hizo la transición”, contó Zapata.
Como es rutina, para completar el proceso de preparación y tener mejores oportunidades y mayores ofertas de las organizaciones de MLB, Soto fue integrado a una academia de refinamiento, en su caso la que dirige Christian Batista, mejor conocido como “Niche”.
“Me gustó su actitud. No era un gran pelotero, no era corredor, no era tirador, era medio gordito, pero tenía habilidad de bateo. Hizo cinco swings y decidí quedarme con él”, dijo Batista.
“Cuando lo acepté en el programa lo veía como un pelotero que podía firmar por un bono de $300 mil a $500 mil dólares. Porque tenía habilidades, pero no mostraba mucha fuerza”, agregó.
Sin embargo, a los dos meses de estar trabajando con “Niche”, Soto cambió la percepción del experimentado entrenador.
“Dije a los otros entrenadores ‘ese muchacho va a recibir millones’, por la cabeza, la inteligencia que tiene. Inteligente, muy trabajador. Soto pensaba como adulto desde niño. A esa edad hacía ajustes en el plato. Eso no es muy común. Eso sólo lo hacen los grandes”, dijo Batista.
Soto fue firmado por los Washington Nationals con un bono de $1.5 millones de dólares en julio del 2015. El evaluador dominicano Johnny DiPuglia, quien era el director de operaciones latinoamericanas de los Nationals, supo lo que podría ser desde la primera vez que lo vio ya convertido en jugador de posición.
“La primera vez que lo vi, Juan era lanzador. Sabía lanzar, era competitivo, pero no tenía condiciones extraordinarias. No era la gran cosa”, dijo Dipuglia.
“Posteriormente asistí a una prueba, cuando lo hicieron bateador, y quedé impresionado. Era un bateador zurdo muy habilidoso, con conocimiento de la zona de strike y con proyección de adquirir mucho poder. Además, un chico con una gran ética de trabajo. No dudamos en darle un bono millonario”, agregó DiPuglia, quien actualmente labora para los Kansas City Royals.
“Mi enfoque siempre ha sido el béisbol. A mí siempre me ha gustado el juego del béisbol. Yo hago esto porque amo el juego y porque me gusta el juego. Nunca he hecho ningún movimiento en mi carrera que sea a base de dinero o algo más, sino por el amor que le tengo al juego y por lo tanto que aprecio el juego”, dijo Soto sobre el bono que recibió.
“Yo creo que eso fue lo que me ayudó mucho desde el inicio de mi carrera, a olvidarme de que el dinero, los problemas, no, no. Siempre enfocado en lo que yo quiero y era llegar a Grandes Ligas”, agregó.
A Soto apenas le tomó 122 juegos y 512 apariciones al plato en ligas menores, donde bateó .362 con OBP de .434, para llegar a las Grandes Ligas, a los 19 años, en el 2018. En su primer turno con los Nationals, bateando de emergente por Matt Adams en la sexta entrada contra los New York Yankees, Soto pegó jonrón de dos carreras contra el relevista Chad Green.
En su primera temporada, Soto escoltó al venezolano Ronald Acuña, de los Atlanta Braves, en la carrera por el Novato del Año de la Liga Nacional, en la segunda impulsó a los Nationals a ganar su primera Serie Mundial, y en las tres siguientes disputó el Jugador Más Valioso (terminando segundo en el 2021), lo que animó a Washington para intentar convencerlo de firmar un contrato de larga duración.
Los Nationals hicieron a Soto dos grandes ofertas, la primera por $350 millones de dólares y la segunda por $440 millones, que de aceptarla lo habría convertido en el jugador mejor pagado de todos los tiempos en la MLB. Washington intentaba copiar una estrategia que casi siempre ha funcionado con estrellas muy jóvenes, sobre todo si se trata de chicos latinoamericanos, la mayoría provenientes de hogares humildes.
Por ejemplo, antes de que comenzara su segunda temporada, Atlanta firmó a Acuña por ocho años y $100 millones en un pacto que incluye dos opciones de $17 millones para el club. Básicamente, los Braves fijaron el valor de Acuña en $134 millones por su primera década en Grandes Ligas, sin importar los logros o fracasos del jugador.
Los San Diego Padres y el dominicano Fernando Tatis Jr. firmaron un contrato de 14 años y $340 millones de dólares antes que el pelotero llegara al arbitraje salarial. El jardinero venezolano Jackson Chourio acordó un pacto por $82 millones y ocho años (más dos opciones del club) antes de jugar su primer juego en Grandes Ligas. Este mismo año, los Baltimore Orioles firmaron al dominicano Samuel Basallo por $67 millones y ocho años (más una opción del equipo), cinco días después de su debut.
Contra todos los pronósticos, Soto rechazó las propuestas, manteniendo su intención de probar la agencia libre cuando cumpliera seis años de servicio. La decisión de ignorar semejante cantidad de dinero y la seguridad que sueña todo ser humano y optar por seguir apostando a sus habilidades sorprendió a muchos, y por alguna razón, molestó a otros.
“Tengo que manejarme, pero el que sabe de pelota y sabe lo difícil que es este negocio, sabe que a esos cuartos (dinero) no se les dice que no”, dijo el miembro del Salón de la Fama, David Ortiz, quien es cercano a Soto y su familia. “Está loco ese muchacho”, dijeron en coro
“Ahí sí hubo un poquito de presión porque venir de la nada a que te ofrezcan todo, es bien difícil decir que no. Pero dejamos todo en la mano de Dios, pensamos que esa fue la mejor decisión. Lo analizamos de arriba abajo con mi agente y tomamos la mejor decisión, dejarlo ahí y seguir jugando pelota”, recordó Soto.
¿Te sorprendió que tantas personas no entendieran la decisión al punto de que hasta algunos peloteros que jugaron mucho tiempo este juego te criticaron por rechazar 440 millones?
“Sí, fue impresionante lo que estaba pasando en el momento porque fue un ´boom´ y todo el mundo estaba impresionado, pero yo solo dije, y sigo repitiendo, que todas las opiniones que ellos han hecho las sigo y el tiempo dará la razón al que la tiene”, dijo Soto.
La realidad es que Boras, el súper agente que ha firmado muchos de los mayores contratos de las Grandes Ligas, educó a Soto y su familia acerca del proceso y le advirtió con mucho tiempo de antelación todos los movimientos que intentarían los equipos para tratar de impedir que el jugador pudiera maximizar sus oportunidades en la agencia libre y de empresas que ofrecerán préstamos amparados en las futuras ganancias del jugador.
“Nunca pensé en un futuro, qué puede ser en el futuro, no, no. Yo siempre pensaba en el momento, en el ahora. Y más cuando ganamos la Serie Mundial, yo la disfruté al cien por ciento. Fui a todas las actividades, fui a la Casa Blanca, el desfile, todo, todo, todo”, afirmó Soto sobre su experiencia en Washington.
“Creía que terminaría mi carrera con Washington, pero todo comenzó a cambiar cuando comencé a llegar al arbitraje salarial”, apuntó.
“La decisión difícil como tal no fue. Porque la gente ve el número 440, pero hay que ver todo lo que estaba detrás”, dijo Soto padre. “Como familia, nosotros nos apegamos a un guión que nos fue explicado desde temprano. Cualquier cosa que los otros vieran de valor en Juan José, nosotros también lo estábamos viendo”, agregó.
Después de agotar sus opciones, en agosto del 2022, Washington cambió a Soto y al 1B Josh Bell a los San Diego Padres por Jarlin Susana, CJ Abrams, MacKenzie Gore, Robert Hassell III, Luke Voit y James Wood.
Cuando los Padres tampoco pudieron convencer al pelotero de amarrarse a una extensión antes de la agencia libre, lo mandaron junto a Trent Grisham a los Yankees Jhony Brito, Kyle Higashioka, Michael King, Drew Thorpe y Randy Vasquez, en diciembre del 2023.
En su año plataforma antes de ser libre para escuchar ofertas de todos los equipos, Soto bateó más de 40 jonrones por primera vez en su carrera, quedó tercero en la votación del Jugador Más Valioso y, más importante, ayudó a los Yankees a llegar a su primera Serie Mundial en 15 años. La combinación con Aaron Judge, el bateador más temible de la actualidad elevó notablemente la presencia ofensiva de Nueva York.
Una vez arrancó la agencia libre, los Yankees establecieron como una prioridad retener a Soto y le ofrecieron un contrato récord de $760 millones. Pero otra vez, Soto sorprendió al mundo, aceptando la oferta de los rivales de la misma ciudad por $765 millones.
“La mitad de la liga quería participar. Muchos equipos buscaban este valor excepcional porque, al final, adquirirlo era simplemente un buen negocio”, dijo Boras, quien siempre se refiere a Soto como un “jugador generacional” que aparece cada cierto tiempo.
Boras es el mismo agente que condujo las negociaciones que llevaron al lanzador Kevin Brown a firmar el primer contrato de $100 millones en 1998, al dominico americano Alex Rodríguez a conseguir el primero de $200 millones ($252 millones por 10 años) en el 2000, a Gerrit Cole a lograr el pacto récord para un pitcher ($324 millones) y los acuerdos de $300 millones de Bryce Harper y Corey Seager, entre muchos otros.
En su primera temporada con Soto en la alineación, los Mets han pasado casi todo el torneo en un puesto de clasificación a los playoffs y superaron los tres millones de fanáticos en el Citi Field por primera vez desde el año inaugural del edificio en el 2009.
Juan Soto está teniendo el año más asombroso que ha visto a un bateador de los Mets. Soto es el primer jugador de la franquicia que junta más de 40 jonrones, 30 bases robadas, 100 boletos, 100 anotadas y 100 carreras impulsadas en una temporada.
Soto, el primer jugador de MLB con un salario promedio de $50 millones netos, dijo que, además del dinero, hubo otros factores que lo llevaron a decidirse por la propuesta que le presentaron Steven y Alexandra Cohen, los entusiastas fanáticos y dueños de los Mets.
“El talento y la longitud que vamos a tener. Tremendo equipo el que tenemos los Mets, todo el talento que tenemos y talento joven. Yo creo que en un rango de 15 años eso va a influir mucho en lo que será la organización, yo creo que esa fue la cosa más grande en la influencia del contrato”, dijo Soto, un niño de un barrio pobre de Santo Domingo que se convirtió en el atleta mejor pagado de la historia.
“Mucha gente puede pensar que no pasé mucho trabajo, que las cosas me llegaron fáciles y que todo me cayó (del cielo), pero detrás de todo esto hay mucho trabajo, mucho esfuerzo. Mucho enfoque, muchas cosas que hay que sacrificar para poder llegar a donde estoy”, dijo Soto.
“Mi familia fue 1-A, porque siempre me apoyó muchísimo en todo lo que yo hacía. Ellos siempre estuvieron ahí, mi mamá, mi papá. Cada vez que hablábamos de los contratos y las cosas, ellos siempre me aconsejaban y me decían que con cualquier decisión que yo tomara ellos iban a estar contentos. Por eso el apoyo de ellos fue bastante grande”, comentó el jugador de 26 años.
“Su fortaleza es el ser humano que es. Siempre ha sido así, ese niño siempre ha sido austero, respetuoso, medido”, afirmó Belkys Pacheco. “Mi dolor, como madre, es haberlo hecho adulto antes de tiempo”, acotó.
Soto entiende perfectamente el rol que juega como un ejemplo para otros niños latinos que necesitan estímulo para perseguir sus sueños.
“Al final no es imposible, se puede. Toma bastante, pero se puede. Siempre un poquito de esperanza a esas personas (latinas) y dominicanas, que no importa de donde vengas, si te propones una meta y te faja, las cosas se dan”, dijo.