
Publicado en Nacionales, hace 1 hora
Santo Domingo.- El director del Instituto de Energía de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), ingeniero José Luis Moreno San Juan, atribuyó este miércoles el apagón general ocurrido el pasado 11 de noviembre a un error humano cometido durante labores de mantenimiento en la subestación San Pedro 1.
Según explicó, el colapso del sistema eléctrico no se debió a una falla técnica estructural, sino a una operación manual incorrecta que desencadenó una serie de eventos que provocaron la salida total del servicio en todo el país.
Las declaraciones fueron ofrecidas durante una entrevista en el programa Propuesta de la Noche.
En la conversación, el ingeniero Moreno San Juan detalló los hallazgos contenidos en un informe preliminar elaborado por un equipo técnico del Instituto de Energía, especializado en sistemas de distribución y transmisión.
De acuerdo con el análisis, el incidente se originó cuando, durante un proceso de mantenimiento, un operador confundió una seccionadora sin carga perteneciente a la planta solar de Costa con otra que estaba energizada y conectada a la planta Comayaza, la cual generaba más de 120 megavatios al momento de la operación.
Al abrir esta última de forma manual, se produjo un arco eléctrico que fue interpretado por el sistema como un cortocircuito de gran magnitud.
La falla debió ser contenida en la subestación San Pedro 1, pero allí no existía protección diferencial de barras, lo que impidió aislar el problema.
Como resultado, la perturbación se propagó a otras subestaciones cercanas, entre ellas San Pedro 2, provocando la salida inmediata de varias plantas térmicas como Cuyamel 1, 2 y 3, así como parte de Energas, que en ese momento estaba en pruebas.
Moreno San Juan explicó que, tras la perturbación inicial, algunas plantas térmicas intentaron sostener la frecuencia del sistema, pero la caída repentina de aproximadamente 950 megavatios provocó un desequilibrio mayor.
La planta Punta Catalina 2, que era la única unidad que mantenía estabilidad en ese momento, también salió de operación debido a las fluctuaciones, lo que derivó en el apagón total.
Otro factor mencionado fue la alta participación momentánea de energía solar en la red, ya que las plantas fotovoltaicas no aportan inercia al sistema.
Según indicó, esto dificultó aún más la estabilización de la frecuencia, aunque aún se espera confirmación de cuántas unidades solares estaban en línea en el momento del evento.
Pese a la magnitud del apagón, el director del Instituto de Energía valoró positivamente el proceso de recuperación. El sistema comenzó a restablecerse mediante un proceso de “black start” con plantas hidroeléctricas y motores de combustión interna ubicados en Azua.
A las 6:00 P. M. del mismo día ya se había recuperado cerca del 10 % de la carga; a la medianoche, el sistema operaba a más del 50 %, y a las 4:00 A.M. del 12 de noviembre ya se encontraba prácticamente restablecido en su totalidad.
En total, el proceso tomó alrededor de 15 horas, menos del promedio habitual de 18 a 24 horas en casos similares.
Consultado sobre las pérdidas económicas ocasionadas por el apagón, Moreno San Juan señaló que el artículo 93 de la Ley General de Electricidad establece los mecanismos para calcularlas.
Aunque no ofreció una cifra definitiva, mencionó que los cálculos preliminares sugieren montos que podrían superar los RD$200 millones, dependiendo del análisis por tramos horarios.
No obstante, aclaró que los usuarios no pueden exigir compensación, ya que el artículo legal que permite indemnizaciones permanece sin reglamentación debido a que esa parte de la ley se puso en pausa desde la administración del expresidente Hipólito Mejía.
El director del Instituto enfatizó que el evento fue consecuencia directa de una falla operativa y subrayó la necesidad urgente de mejorar los protocolos de acción, la señalización de los equipos y la capacitación técnica del personal encargado de operar las subestaciones.
Señaló que la confusión del operador, aunque poco común, evidencia la existencia de fallas en los procesos internos y en los mecanismos de verificación que deben corregirse con urgencia para evitar nuevos eventos de esta magnitud.