Publicado en Todo Incluido, hace 2 meses
Para poner en marcha una reforma fiscal lo primero que el gobierno de turno debe hacer es desterrar la inapropiada evasión de impuestos y su empoderamiento que se alberga en los fueros del sector empresarial, aupados por la alta dirigencia de los partidos políticos, funcionarios influyentes del gobierno y el Congreso Nacional.
El hecho de buscar reducir la evasión fiscal, como atestiguan el presidente y sus asesores de la economía, aumentar la transparencia y la eficiencia en la recaudación de impuestos, son medidas salomónicas que si se cumplen podrían contribuir a estabilizar la economía del país, ahora bien, ¿qué garantiza que sectores oportunistas del empresariado y la política vayan a cumplir con el pago de los impuestos de acuerdo con las recaudaciones y las ventas en sus empresas? Según el dicho popular “el perro huevero nunca deja de comer huevo aunque se queme la boca”, más aún si cuenta con el apoyo del propio gobierno.
Los puntos nodales de toda reforma fiscal deben hacerse pensando primero en la mayoría de las personas que habitan el país, sobre todo, la clase de bajos ingresos, no así ejecutando medidas diseñadas para modernizar y fortalecer el sistema tributario a costa del aumento onerosos de impuestos que gravitan subjetivamente contra la clase desposeída, como suele acontecer siempre cuando se imponen cambios en la economía.
Sabemos con sobradas razones que los objetivos del gobierno con la denominada reforma es generar recursos adicionales para financiar proyectos de infraestructura, servicios públicos y programas sociales que beneficien a la población, sin embargo, sería preciso preguntarse: ¿cuál es el costo de esta reforma, en cuanto a los beneficios para los poderosos y en esencia para los pobres?
El sepulcro de piedras que se levanta desde lo más profundo de la tierra tiene su enclave en la deficiencia de la educación y la salud, donde parte de ese mismo sector empresarial y los propietarios de universidades privadas se absorben como las máquinas tragamonedas el presupuesto destinado para la educación más baja de América Latina, además de la abismal deficiencia en los servicios de salud, infraestructura vial, transporte público, seguridad, protección social, fomento del crecimiento económico y la generación de empleos dignos.
La cúpula empresarial dominicana se mantiene enjaulada analizando cómo joder a los de abajo, buscando la forma de como evadir más impuestos, sin embargo, cuando se trata el tema de reforma fiscal saca sus garras en busca de “equidad y justicia tributaria”, a fin de que no se afecten sus intereses, porque a este sector no le importa la reducción de la pobreza, pero sí la desigualdad social.
Puntos fuertes
Mediante la puesta en ejecución de esta nueva reforma fiscal que tiene su epicentro en lo más profundo del debate empresarial, político y social, es oportuno destacar que la misma dispone de puntos fuertes, visto que proveerá al país de una mayor recaudación fiscal para financiar proyectos de infraestructura y servicios públicos, además de que contribuirá a simplificar el sistema tributario y reducirá la evasión fiscal e incentivará la inversión y el crecimiento económico, según los analistas y defensores de los intereses del gobierno.
Puntos débiles
“No existe reforma sin intereses mediáticos y personales”. La debilidad de esta propuesta gubernamental tiene sus deslices en que aumentará la carga fiscal para los contribuyentes, contribuirá al incremento de la inflación, debido a los aumentos de impuestos y provocará una desconexión entre la reforma y las necesidades reales de la población, torpedeada durante décadas por los altos impuestos, la carestía y la inflación.
Impacto
La población dominicana será impactada con la reforma fiscal, lo que podría costar al gobierno que la sociedad responda a sus maltratos en las calles, visto que sus iniciativas tienden a provocar aumentos en el costo de la vida, debido a impuestos más altos, la reducción del poder adquisitivo de los salarios y posibles recortes en servicios públicos por la reasignación de recursos.
Medidas drásticas
Antes de poner en marcha una Reforma Fiscal, sería ideal que el gobierno implemente medidas drásticas para evitar la evasión de impuestos por parte de sectores influyentes que durante años se han considerado intocables, razón por la cual ostentan fortunas impredecibles en bancos extranjeros. Si las intenciones del gobierno están dirigidas a proteger a la población, lo invito a que agarre el toro por los cuernos y ponga en marcha la siguientes medidas:
Simplificación del sistema tributario: Reducir la complejidad del sistema para evitar ambigüedades y facilitar el cumplimiento.
Incremento de la transparencia: Establecer un registro público de contribuyentes y proporcionar información clara sobre los impuestos y sus beneficios.
Fortalecimiento de la autoridad tributaria: Dotar a la Dirección General de Impuestos Internos (DGII) de recursos y herramientas para combatir la evasión.
Aplicación de sanciones efectivas: Establecer penas severas para aquellos que incurran en la evasión fiscal.
Fomento de la cultura tributaria: Educación y conciencia pública sobre la importancia de pagar impuestos para el desarrollo del país.
Se sabe que la evasión de impuestos es un problema significativo que afecta la recaudación fiscal y el desarrollo del país, sin embargo, en la reforma fiscal debe abordarse el problema para garantizar la justicia y la equidad en el sistema tributario, tomando como punto de lanza para que dichas medidas sean acompañadas de un proceso transparente y participativo donde estén involucrados todos los sectores de la sociedad.