Un estudio de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) cifra en 60 millones de euros el impacto económico de aquella crisis.
Aunque el brote actual se limite a animales salvajes, hoy el sector porcino español se juega mucho más, afirma a EFE la profesora del Departamento de Ciencia Animal de la Universitat de Lleida (UdL), Esther García.
«Hay más riesgo porque ha aumentado el volumen de producción», señala García, quien cita los 8 millones de cabezas de cerdo que produce Cataluña cada año, frente a las 700.000 de 1997, según datos del Ministerio de Agricultura.
«Producimos más de lo que podemos consumir», añade la especialista, quien subraya la importancia de las ventas internacionales para el sector.
Solo en 2023, Cataluña registró cerca de 3.200 millones de euros en exportaciones de porcino, el doble que hace una década.
La profesora advierte que los vetos decretados por países como Japón y México pueden provocar un excedente de producto y obligar a nuevas bajadas de precios —que ya registran caídas históricas—, con un impacto «sistémico» sobre las granjas de cerdos de la zona.
A finales de los años 90, el sector estaba mucho más atomizado, con unas 14.000 granjas dedicadas al porcino y enfocadas al mercado interno.
Hoy quedan alrededor de 5.000 explotaciones, en su mayoría de crianza intensiva y vinculadas a las empresas “integradoras”, como se conoce en la jerga técnica a las compañías cárnicas que suministran animales y pienso a los ganaderos.
Aun así, las asociaciones de productores cárnicos consideran prematuro evaluar el impacto económico del brote y confían en que el Gobierno español logre que más países de fuera de la UE limiten sus vetos a la provincia de Barcelona.






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