Tasas de Cambio

CompraVenta

RD$ 63.15RD$ 64.37

RD$ 72.85RD$ 77. 25

Combustibles

Precio

RD$ 239.10

RD$ 273.50

RD$ 291.60

RD$ 132.60

Ética y responsabilidad frente al sufrimiento del pueblo

Publicado en Editorial, hace 3 horas

Es una de las manchas más oscuras de la práctica política: el acto de capitalizar la miseria y el sufrimiento de un pueblo para obtener rédito electoral o afianzar el poder. Utilizar la pobreza, la enfermedad, la falta de oportunidades o la vulnerabilidad como moneda de cambio o como mero telón de fondo para discursos oportunistas es una profunda traición a la ética del servicio público.
|
Cuando la asistencia social se convierte en una herramienta de clientelismo y control, pierde su esencia transformadora. La distribución de ayudas, alimentos o servicios básicos, vitales para la supervivencia de los más desfavorecidos, se ofrece bajo condiciones implícitas o explícitas de fidelidad política.

Esta práctica en lugar de empoderar a las personas para que superen la pobreza, las mantiene en un estado de necesidad constante, asegurando que sigan dependiendo del benefactor político. La ayuda deja de ser vista como un derecho humano y una obligación del Estado, y pasa a ser un favor del gobernante de turno. La voluntad popular se ve coaccionada; el voto se intercambia por la satisfacción de una necesidad básica. Esto no es democracia, es chantaje cívico.
|
Observamos con frecuencia cómo la clase política utiliza la miseria en su retórica. Se lamenta públicamente de la pobreza con lágrimas de cocodrilo, se promete erradicarla con palabras grandilocuentes, pero se resiste a implementar cambios estructurales que minarían el control que ejerce sobre los votantes necesitados.

El verdadero objetivo no es la erradicación de la pobreza, sino su administración. Se busca mantener la llama del sufrimiento lo suficientemente baja como para evitar un estallido social, pero lo suficientemente alta como para seguir siendo el “salvador” necesario.

El pueblo merece una política que aborde la miseria no como un nicho electoral, sino como una emergencia nacional que requiere soluciones permanentes.

Esto implica la inversión en educación de calidad, generación de empleo digno y acceso universal a la salud, que rompan el ciclo de la pobreza de raíz. El establecimiento de mecanismos de ayuda social impersonales, técnicos y transparentes, administrados por instituciones sólidas y no por la discreción del político de turno. Exigir a los líderes que su motivación sea el bienestar colectivo y no la acumulación de poder. La miseria de un ciudadano debería ser una vergüenza para el gobernante, no una herramienta.

Hacer política con la miseria es un acto de indignidad moral. Es hora de que la sociedad civil y la prensa exijan un cambio radical: que la política deje de administrar el dolor y comience, de una vez por todas, a construir dignidad. La verdadera estatura de un líder se mide por cómo levanta a su pueblo, no por cuánto lo doblega.

NUESTRAS EMISORAS