
Publicado en Todo Incluido, hace 2 minutos
Clemente Terrero
En el ámbito de la lucha social se dice que la política es el arte de lo posible, o sea, que el político no puede hacer lo que es imposible, que para ser exitoso no debe inventar, debe tener objetividad.
En el contexto filosófico, existe la realidad subjetiva y la realidad objetiva. Cuando una persona cree que una cosa es como la concibe, piensa y siente en su interior, se conoce como subjetividad, es su realidad.
Subjetividad es por ejemplo que un individuo diga voy a ganar elecciones porque lo pienso, lo creo o lo siento, sin ningún sustento que demuestre ese postulado.
La objetividad es todo lo contrario, es la noción que tiene el sujeto de la realidad concreta a través de informaciones que le permiten concebir la verdad como es, que se puede verificar, tener una noción de la verdad política, tener conciencia de lo que es posible y lo que es imposible.
La objetividad no es más que una abstracción de la realidad en el sujeto, que no es influenciada por sentimientos ni por opiniones, sino en base a evidencias que pueden ser verificadas en cualquier momento. Una forma de conciencia de la verdad.
La subjetividad tiende a desorientar a los políticos, conducirlos por caminos equivocados, llevarlos al fracaso, pensar que se puede conquistar algo sin suficiente respaldo, sin la debida motivación o sin tener una estructura territorial que le sirva de apoyo.
La política no es una actividad de sueños, ni sentimientos, es una cuestión de conocimiento, de arte, de ejercicio, de aprendizaje, de teoría y de acción, es estudio y análisis de la realidad social, de las fuerzas sociales, es hacer una correcta valoración del momento.
La objetividad es una herramienta para que se realicen planes, organicen acciones y se planifiquen los movimientos en cada momento político. Es tener conciencia de la verdad exterior, para elaborar la táctica y la estrategia de acuerdo a las complejidad política.
La subjetividad puede producir una sobrevaluación de superioridad en una coyuntura dada, menospreciar la realidad e inexorablemente conducir por el camino de la derrota.
La política es el arte de la objetividad, tener plena conciencia de lo que se puede hacer y de lo que no se puede hacer en un momento político determinado.