Publicado en Todo Incluido, hace 2 horas
Lo que resultara un efectivo instrumento de campaña y debió ser el mayor legado de la gestión del presidente Luis Abinader -la repetida transparencia y honestidad en el manejo de los recursos públicos- se lo han dañado a un intencionado gobernante que llegó al poder montado en una ola de “cambio“ que una mayoría de la población decepcionada le compró en las urnas.
Pero no bastó que le advirtiera temprano al grueso del equipo escogido para gobernar que “puedo tener buenos amigos, pero jamás cómplices”, para que desde algunas áreas oficiales importantes salieran “ruidos” y se destaparan escándalos sobre hechos y acciones incorrectos, ya comprobados o en proceso de investigación, que dejan maltrecho o ponen muy cuesta arriba lo que vendió en campaña el PRM, así como el esfuerzo ético enarbolado por el jefe del Estado.
Educación y
Educación, con dos ministros que fracasaron en su gestión y debieron salir de allí “con la sabana por un canto”, parecía representar el mayor “tropezón” del gobierno con el endémico mal de la corrupción pública, pero el caso SENASA, que llevó al Ejecutivo a poner el expediente en manos de la Procuraduría de la República, parece ir en la línea de romper parámetros y la capacidad de asombro.
Allí, si no hubo complicidad y se procedió con “limpieza” en la actuación de la cabeza de la institución hoy en la picota, entonces -y en función de lo que se ha ido “destapando” y agregando- evidencia problemas de gerencia y de una falta de controles que se extendió por cinco años.
El presidente Abinader, que recién recordó la línea que separa la amistad y la complicidad, remachó diciendo que: «En mi gobierno no permitiré impunidad de ningún tipo”. Y es una realidad que algunos amigos no copiaron y le fallaron, sin pensar en costo político para Luis y el PRM.
De todos modos, la sola destitución de influyentes funcionarios que fueran figuras claves en los inicios del proyecto político de Abinader, debido a “ruidos” y los hechos mismos, sin duda le han desdibujado el discurso de transparencia. Al punto de brindarle armas de buen calibre a la oposición política, incluida una parte de ella que parece “envalentonarse” a destiempo, por cuanto no se ha disculpado por sus errores y hechos mayores de los que hoy critica, a su paso por el gobierno, y que aún tiene miembros importantes con cuentas pendientes con la justicia y con el país.