Publicado en Nacionales, hace 2 horas
Ciudad del Vaticano.- El papa León XVI lamentó este lunes que «algunos miembros» del clero han infligido violencia y abusos y afirmó que «hoy la Iglesia se arrodilla» con las victimas, durante una vigilia de oración por el Jubileo de la Consolación.
«También a ustedes, hermanos y hermanas que han sufrido la injusticia y la violencia del abuso, María les repite hoy: ‘Yo soy tu madre’. Y el Señor, en lo secreto del corazón, les dice: ‘Tú eres mi hijo, tú eres mi hija’», sostuvo el pontífice.
Para acto seguido agregar: «La Iglesia, de la cual algunos miembros lamentablemente los han herido, hoy se arrodilla junto a ustedes ante la Madre».
Las palabras del papa se produjeron durante una vigilia de oración celebrada en la basílica de San Pedro por el Jubileo de la Consolación, un evento dedicado al dolor y al perdón.
El pontífice expresó su deseo de que la Iglesia aprenda de la Virgen María para cuidar de los niños.
«Que todos podamos aprender de ella a amparar a los más pequeños y frágiles con ternura. Que aprendamos a atender sus heridas, a caminar juntos. Que podamos recibir de María Dolorosa la fuerza de reconocer que la vida no se define sólo por el mal padecido, sino por el amor de Dios que nunca nos abandona y guía a toda la Iglesia», auguró.
En su discurso, el pontífice estadounidense también lamentó el «dolor colectivo» de pueblos enteros víctimas de la guerra, la violencia o el hambre y llamó a los gobernantes a «escuchar particularmente el grito de tantos niños inocentes» que lo sufren.
En esta celebración jubilar se escucharon las experiencias de dos mujeres que han perdonado o, al menos, han tendido la mano a los agresores, que cambiaron sus vidas para siempre.
Una fue Diane Foley, la madre de James Foley, el reportero secuestrado y decapitado por los yihadistas de Estado Islámico en la Siria de 2014, y la otra Lucia Di Mauro, viuda de un guardia jurado al que un grupo de muchachos mataron en Nápoles en 2009.
El pasado jueves, León XIV, elegido el pasado mayo, reunió en el Vaticano a los nuevos obispos y, entre otras cosas, les dijo que «los comportamientos inapropiados» por parte del clero «no pueden meterse en un cajón», sino que deben ser abordados «con verdadera justicia tanto hacia las víctimas como hacia los acusados».