
Publicado en Editorial, hace 1 hora
Monseñor Rafael Felipe Núñez, obispo emérito de Barahona, dejó una huella imborrable no solo en la vida espiritual de la Diócesis, sino también en el acompañamiento social y el desarrollo comunitario de la Región Suroeste de la República Dominicana. Su liderazgo, caracterizado por una profunda sensibilidad hacia los más vulnerables, transformó su episcopado en un motor de cambio.
El Compromiso Social de la Fe
Desde su llegada a la Diócesis de Barahona (que abarca las provincias de Barahona, Pedernales, Independencia y Bahoruco), Monseñor Núñez comprendió que la evangelización debía ir de la mano con la promoción humana. Su pastoral no se limitó a los templos; se extendió a los bateyes, las comunidades fronterizas y los barrios más empobrecidos, asumiendo la Opción Preferencial por los Pobres como un eje central.
Motor de Desarrollo Comunitario
Bajo su guía, la Diócesis se convirtió en una institución activa en la gestión y el apoyo a proyectos de desarrollo sostenible. Algunas de las áreas clave de su acompañamiento social incluyeron:
* Educación: Impulso y apoyo a escuelas parroquiales y centros de formación técnica, entendiendo la educación como la principal herramienta contra la pobreza.
* Salud y Nutrición: Creación y sostenimiento de dispensarios médicos, jornadas de salud y programas de apoyo nutricional, especialmente en zonas rurales de difícil acceso.
* Organización Comunitaria: Fomento de la creación de cooperativas y asociaciones de base para que las propias comunidades pudieran gestionar sus recursos y proyectos con autonomía y dignidad.
* Defensa de la Naturaleza: Un firme compromiso con la preservación del ecosistema único de la región, destacando la importancia de la Sierra de Bahoruco y los recursos hídricos.
Una Voz en la Frontera
La Región Suroeste, con su particular desafío fronterizo y sus altos índices de vulnerabilidad, encontró en Monseñor Núñez una voz valiente. Intervino constantemente ante las autoridades y la sociedad civil para denunciar las injusticias, el deterioro ambiental y las condiciones de vida precarias, abogando siempre por la dignidad de la persona y la integración pacífica binacional.
El Legado del Buen Pastor
El legado de Monseñor Rafael Felipe Núñez es el de un pastor que caminó junto a su rebaño, sintiendo en carne propia las necesidades de la gente del Suroeste. Su trabajo demostró que la Iglesia, como institución, puede ser una poderosa aliada en la lucha por la justicia social y el desarrollo integral.