
Publicado en Todo Incluido, hace 1 hora
En lo que va del año 2025, la República Dominicana ha recibido dos grandes flujos de divisas: las remesas enviadas por la diáspora dominicana y los ingresos provenientes del turismo. Ambos sectores continúan siendo fundamentales para la estabilidad económica del país, pero en este período las remesas han tomado una ligera ventaja.
Entre enero y septiembre de 2025, las remesas enviadas al país alcanzaron aproximadamente US$8,912.8 millones, manteniendo un crecimiento constante y sostenido. Este flujo de ingresos no depende de temporadas ni del clima económico internacional del turismo, sino del compromiso del dominicano que vive fuera con su familia y con su país.
Durante el mismo período, los ingresos por turismo se han estimado en torno a US$8,500 millones, impulsados por una llegada récord de visitantes. El sector turístico se mantiene fuerte, consolidado y atractivo, especialmente en los polos más desarrollados como Punta Cana, Bávaro, Cap Cana, La Romana y Puerto Plata.
La diferencia entre ambos sectores hasta septiembre ronda los US$400 millones a favor de las remesas. Esto confirma que la diáspora no solo contribuye con frecuencia, sino que lo hace con volumen y estabilidad, actuando como una especie de “colchón económico” permanente.
Si la tendencia se mantiene, las remesas podrían cerrar el año 2025 en torno a US$11,700 millones, mientras que el turismo podría finalizar en el rango de US$11,300 a US$11,500 millones. Se trata de cifras muy cercanas, lo que demuestra que ambos sectores están prácticamente hombro con hombro en importancia para el país.
Este equilibrio de fuerzas beneficia directamente al sector inmobiliario. Por un lado, el turismo impulsa la construcción de hoteles, resorts, villas y proyectos orientados a la renta vacacional. Por el otro, la diáspora sostiene la compra de viviendas familiares, apartamentos urbanos y propiedades en ciudades y pueblos donde mantienen afectos y raíces.
Comprador constante
En los últimos cinco años, el mercado inmobiliario dominicano ha encontrado en la diáspora un comprador constante. El dominicano residente en el exterior compra por aspiración, por seguridad familiar y por sentido de pertenencia. Eso convierte su inversión en una demanda más estable que la inversión impulsada exclusivamente por la oportunidad.
Mientras los turistas buscan experiencias temporales, la diáspora busca permanencia. Eso influye en el tipo de proyectos que se construyen: los orientados a vivienda para uso propio, con planes de pago flexibles y opciones de financiamiento, se han mantenido muy activos gracias a los envíos mensuales de remesas.
A la vez, la inversión extranjera directa ha seguido fluyendo hacia el sector turístico, alcanzando cerca de US$2,900 millones en el primer semestre del año, especialmente en proyectos hoteleros y de infraestructura turística. Esto fortalece la rentabilidad de propiedades destinadas a alquiler vacacional.
Si esta tendencia se sostiene durante el resto de 2025, veremos un mercado inmobiliario con buena salud: ventas estables en el segmento residencial, alta ocupación en propiedades turísticas y una demanda sólida de viviendas para uso familiar e inversión futura.
Mirando hacia el 2026, el panorama luce favorable. Si las remesas continúan en niveles cercanos o superiores a los US$11 mil millones anuales, y el turismo sigue aumentando visitantes y conectividad aérea, ambos sectores seguirán sosteniendo el crecimiento del mercado inmobiliario.
Para el sector residencial, esto significa continuidad en la construcción y ventas de unidades con precios entre US$90,000 y US$250,000, dirigidas a familias y a la diáspora. Para el sector turístico, significa más proyectos orientados a la renta vacacional con administración profesional (pool de rentas) y retornos medibles.
El factor más importante a monitorear hacia 2026 será el comportamiento del empleo en los países donde reside la diáspora, especialmente Estados Unidos. Pero históricamente, incluso en ciclos económicos complejos, la diáspora ha mantenido el envío de remesas como prioridad afectiva y familiar.
En resumen, la República Dominicana cuenta con dos pilares sólidos de entrada de divisas, no uno. Y esa diversificación es lo que le ha permitido tener uno de los mercados inmobiliarios más dinámicos de la región.
La diáspora aporta arraigo y constancia. El turismo aporta atractivo y crecimiento. Juntos crean estabilidad, confianza y continuidad en las inversiones.
Por eso, hoy más que nunca, bienes raíces sigue siendo uno de los sectores de mayor credibilidad para dominicanos y extranjeros.