
Publicado en Todo Incluido, hace 38 minutos
Cuando ciertos sectores de la izquierda dominicana hablan de “soberanía”, uno no sabe si reír o llorar. Si su lógica fuera coherente, todas las bases militares estadounidenses en Europa, Asia y Suramérica serían atentados imperdonables contra la soberanía de esos países. Sin embargo, jamás los escuchamos protestar por la presencia de EE.UU. en Alemania, Italia, España, Japón o Corea del Sur, naciones que no solo aceptan esas bases, sino que las consideran esenciales para su estabilidad y seguridad desde la Segunda Guerra Mundial.
Estas bases contuvieron la expansión soviética y permitieron la reconstrucción del continente bajo el Plan Marshall. Europa, incluida la OTAN, debe su seguridad en gran medida al apoyo político, militar y financiero de Estados Unidos. Y aun así, nuestros autoproclamados guardianes de la soberanía guardan un silencio absoluto.
En Colombia, donde EE.UU. colaboró estratégicamente con el Plan Colombia, tampoco hay protestas. Resultados claros: instituciones fortalecidas, carteles debilitados, estabilidad interna. Colombia aceptó los beneficios y siguió adelante, sin dramas ni discursos grandilocuentes.
Pero basta que submarinos chinos, fragatas rusas o naves iraníes merodeen Venezuela, Cuba o Nicaragua, y la palabra “soberanía” desaparece. Ni una denuncia. Ni un pestañeo. ¿Qué les molesta realmente? ¿La injerencia… o quién ejerce la influencia? Venezuela abre alegremente sus puertos a potencias extrahemisféricas, y nuestros “soberanistas selectivos” miran hacia otro lado.
El derecho a proteger nuestro continente
¿Acaso Estados Unidos no tiene derecho (como cualquier potencia regional) a proteger su espacio continental? Europa y Asia reconocen sus comunidades estratégicas. ¿Por qué América habría de negarse lo que el resto del mundo acepta como normal? Nos guste o no, esta es América, y americanos somos todos los que habitamos este continente, desde Alaska hasta Tierra del Fuego.
Negar esta comunidad hemisférica es negar la historia: la Doctrina Monroe, la Conferencia Panamericana, la OEA y el sistema interamericano de defensa han sostenido el orden regional por más de un siglo. Estados Unidos es nuestro mayor socio económico, la principal fuente de remesas e inversiones y el sostén institucional del hemisferio.
Esta es nuestra América: pueblos distintos, unidos por un destino común, bajo la mirada de un Dios que nunca nos ha faltado.