Una emergencia que demanda soluciones definitivas

La provincia de Barahona enfrenta un calvario eléctrico que se repite con una frecuencia y duración inaceptables. Los cortes de energía, a cargo de Edesur, han dejado de ser una molestia esporádica para convertirse en una emergencia socioeconómica que castiga sin piedad a hogares y negocios.

Mientras la empresa distribuidora aduce trabajos de mantenimiento, sobrecarga del sistema, y el flagelo de las conexiones ilegales, la realidad para el barahonero es la de electrodomésticos dañados, alimentos perdidos, la imposibilidad de trabajar o estudiar en condiciones mínimas, y un sofocante calor que afecta la salud y el descanso. La frustración es palpable y ha desembocado en legítimas protestas ciudadanas, evidenciando que la paciencia se ha agotado.

Edesur ha informado sobre la instalación de nuevos transformadores para aumentar la capacidad y ha intensificado el desmantelamiento de conexiones ilegales, señalando correctamente que estas últimas son un factor de inestabilidad. Sin embargo, los esfuerzos no se traducen en la estabilidad prometida.

Barahona, una provincia con potencial de desarrollo, no puede seguir operando con un servicio del siglo pasado. Se requiere una inversión urgente y de gran calado en la infraestructura de distribución, no solo “parches” temporales.

La ciudadanía merece un servicio eléctrico que esté a la altura de sus necesidades y de lo que paga. Es hora de que Edesur, y las autoridades del sector eléctrico, pasen de las explicaciones a las soluciones permanentes. Barahona exige y necesita luz, y la necesita ya.