Santo Domingo.- Hace un mes del colapso del techo de la discoteca Jet Set, ocurrido la madrugada del 8 de abril durante una presentación del merenguero Rubby Pérez, que dejó un saldo de 233 personas fallecidas y cerca de 200 heridas, en lo que ya se considera la mayor catástrofe civil del siglo XXI en la República Dominicana.
Entre las víctimas mortales figuran figuras reconocidas como el propio Rubby Pérez, el exbeisbolista Octavio Dotel y la gobernadora de Montecristi, Nelsy Cruz. El impacto ha sido particularmente devastador en comunidades como Haina, que perdió a 25 de sus residentes, sumiendo a la localidad en un prolongado luto colectivo.
A la fecha, el Ministerio Público mantiene abierta una investigación penal para determinar las causas del colapso estructural, apuntando a una posible responsabilidad compartida entre el propietario del local, Antonio Espaillat, y el Estado dominicano, tras revelarse que en tres décadas de operación nunca se realizó una inspección técnica al inmueble.
Como parte de las medidas cautelares, la Procuraduría General incautó el local de Jet Set ayer miércoles 7 de mayo, y más de 15 demandas civiles han sido interpuestas por familiares de las víctimas en busca de justicia e indemnizaciones.
Trauma colectivo y exigencias sociales
El impacto psicológico de la tragedia ha sido profundo. Expertos en salud mental alertan sobre casos crecientes de trastorno de estrés postraumático, ansiedad y depresión entre sobrevivientes, familiares y personal de emergencia.
La ausencia de apoyo gubernamental suficiente en esta materia ha sido objeto de fuertes críticas y ha alimentado el descontento social.
Las ruinas de Jet Set, aún en pie como testimonio de la tragedia, se han transformado en un memorial espontáneo, donde diariamente se dejan flores, velas y mensajes de justicia. En paralelo, proyectos legislativos han comenzado a surgir con el fin de reforzar los controles estructurales de locales públicos y prevenir futuras catástrofes.
Una herida abierta
A un mes del desastre, la sociedad dominicana aún procesa el dolor, reclama responsabilidades claras y se moviliza para evitar que otra tragedia similar vuelva a ocurrir. La tragedia del Jet Set no solo dejó muertes y escombros, sino una profunda herida nacional que exige memoria, verdad y acción.