Publicado en Todo Incluido, hace 6 horas
Roberto Veras
El próximo 24 de abril, como establece la ley, los ayuntamientos del país están llamados a rendir cuentas a la ciudadanía sobre sus ejecutorias durante el último año de gestión.
Esta fecha, más que un trámite, debe convertirse en una oportunidad para evaluar con sinceridad los avances y desafíos que enfrenta la administración local, especialmente en municipios tan complejos como el nuestro: Santo Domingo Este.
En medio de un contexto nacional donde los ayuntamientos sobreviven operando con un déficit presupuestario estructural, es justo reconocer que se han logrado ciertos avances.
La ley establece que los gobiernos locales deben recibir el 10% del Presupuesto Nacional, pero en la práctica apenas reciben un 2.94%, una cifra que condena a muchos cabildos a la improvisación, al endeudamiento y a la dependencia del crédito bancario para cubrir operaciones básicas.
A pesar de esas limitaciones, en Santo Domingo Este se ha registrado una mejora progresiva en la recolección de los desechos sólidos en las tres circunscripciones del municipio.
Este año, aunque no del todo resuelto y aún con muchas precariedades, puede decirse que se ha logrado controlar en gran medida el problema de la basura, gracias al esfuerzo constante de las brigadas y a la planificación operativa del cabildo. Esto ha sido posible, en gran medida, al trabajo continuo de las autoridades municipales y al esfuerzo de operativos que no descansan.
Sin embargo, no podemos obviar que todavía no contamos con un relleno sanitario ni un centro de transferencia, lo que representa una gran debilidad estructural en la cadena de manejo de residuos. La falta de estas infraestructuras implica que el problema de fondo persiste, y que lo logrado hasta ahora es frágil si no se dan pasos firmes hacia una solución integral.
Es importante decirlo con claridad: la basura no desaparece solo porque se recoja. Sin una estrategia integral que contemple recolección, transferencia, clasificación, reciclaje y disposición final, estamos simplemente postergando el problema. La ciudad necesita no solo limpieza superficial, sino políticas públicas sostenibles que vayan más allá del camión y el zafacón.
El 24 de abril no debe ser una fiesta de cifras ni un acto de relaciones públicas, sino un ejercicio real de transparencia, donde se expongan logros con humildad y se reconozcan fallos con valentía. La ciudadanía merece saber en qué se han invertido los fondos públicos, cuáles contratos se han firmado, qué licitaciones se han ganado o perdido, y cuáles metas no se han cumplido y por qué.
Santo Domingo Este no puede seguir avanzando con las ruedas pinchadas del centralismo presupuestario y la improvisación estructural. Con voluntad política, eficiencia administrativa y participación comunitaria, el municipio más grande del país puede convertirse en un verdadero modelo de gestión local.