
Publicado en Nacionales, hace 3 horas
Santo Domingo.- Sumidos en la misma vulnerabilidad, acechados por el peligro y amenazados por nuevos aguaceros que podrían causar estragos, encuentra este 4 de noviembre a las familias afectadas por las fatídicas lluvias que, un día como hoy, pero hace tres años, dejaron luto, dolor y desgracia en el Gran Santo Domingo.
Con cañadas desbordadas, llenas de basura y con olores fétidos que atentan contra la salud de las personas, diversos barrios reciben el aniversario número tres de aquel 4 de noviembre de 2022, cuando un fuerte aguacero de dos horas sorprendió a todos los habitantes del Gran Santo Domingo, y dejó a su paso inundaciones y desbordamientos de ríos y cañadas que provocaron la muerte de nueve personas en distintos eventos.
Uno de los barrios más golpeados por estos aguaceros fue Los 800 del sector de Los Ríos de esta capital, cuyo lugar se vio azotado por la crecida de la cañada con la que conviven junto a los malos olores que esta expide pero que, en tiempos de fuertes lluvias, les castiga con su desbordamiento y la fuerza de su corriente que se lleva todo a su paso.
Desesperados y angustiados por miedo a que pase lo peor, los moradores de este lugar aún esperan por la acción de las autoridades para el saneamiento de la brava cañada.
El 4 de noviembre es un día de pesar para todos los que viven en este barrio, puesto que ese día solo viene a su recuerdo de la tragedia que los visitó y que, durante su estadía, se cobró la vida de un vecino y destruyó decenas de casas en el lugar.
“Hace mucho tiempo tiene eso ya, que se ha comenzado, y todavía no han podido terminar. No sé lo que pasa. Y cada vez llueve, tenemos que evacuar todo el mundo de aquí, porque uno tiene miedo”, comentó con gran pesar Manuel Rodríguez, un padre de familia que por más de veinte años reside en Las 800 de Los Ríos con su esposa e hijos, pero que también habita con parte de su familia en casas cercanas.
“Queremos que eso se resuelva. Ya hace demasiado tiempo de eso y ha caído mucha lluvia y si esas lluvias nos agarran a nosotros durmiendo, ¿qué será de nosotros?”, se cuestiona Rodríguez ante las cámaras y grabadoras de elCaribe.
El temor a la crecida de la cañada no es lo único que atormenta a los residentes de este barrio. El problema de insalubridad por la existencia de la cañada es un peligro de salud pública para ellos. “Nos mantenemos con gripe y fiebre. Los niños no se sanan porque cuando no hay agua, de ahí sale un mal olor demasiado fuerte que no se aguanta. Uno tiene hasta que trancarse y a la hora del almuerzo uno no puede ni comer del mal olor”, se queja Felicia Herrera, quien vive en Las 800 desde hace 30 años viviendo junto a su esposo y ahora cuatro hijos.
Al describir lo insoportable de los olores que salen de la cañada, y que fue comprobado por reporteros del lugar que estuvieron ayer en la zona, la señora Felicia Herrera imploró a las autoridades continuar los trabajos y resolver los problemas que dice, ya están identificados que impiden comer y obligan a encerrarse.
“Las autoridades solo toman fotos pero no resuelven nada”, enfatizó.
En Los Girasoles también reina la incertidumbre por las inundaciones. Aunque el Gobierno ha intervenido la cañada que les causa mayor preocupación, las lluvias siguen representando un problema para los que residen en el sector.
“La solución no es tan difícil, pero requiere que una autoridad competente evalúe la situación, ya que el problema principal es la inundación de la monumental que afecta la calle”, expresa Juan Luis Rosario, un comerciante de la zona.
El presidente de la junta de vecinos de Los Girasoles, Alberto Otañez afirma que con las últimas lluvias no hubo fuertes inundaciones fruto de la intervención en la cañada, aunque no ha sido concluida. Dijo que de 350 o 360 viviendas que se inundaban, solo sufrieron este problema ocho de ellas.