Publicado en Todo Incluido, hace 21 horas
Es importante conocer las razones, las causas o intereses que motivan determinadas actitudes de las Cámaras Legislativas; pretensiones abusivas y perniciosas contra derechos fundamentales de la población femenina.
Vale esta reflexión en el caso del abordaje del Código Penal por el Senado y por la Cámara de Diputados, cuando recientemente votaron a favor de limitar la tipificación del delito de feminicidio a solo tres circunstancias en las siguientes circunstancias:
a) Cuando la víctima presenta signos de violencia sexual, mutilación genital o cualquier otro ensañamiento.
b) Cuando su cuerpo sea exhibido en un lugar público.
c) O cuando sea resultado de ritos grupales.
Así consta en su artículo 97. Es decir, esa formulación del tema niega la calificación de feminicidio si el victimario solo mata a sus víctimas, pero no la viola.
Pero además en su art. 126 reduce las penas a la violencia de género en los casos más frecuentes, estableciendo solo de uno a tres años de prisión. También en su artículo 136 la disminuye considerablemente si el violador es pareja de la víctima.
Y para colmo, el proyecto votado en ambas cámaras, mantiene la penalización absoluta de la interrupción del embarazo, aun en caso de violación, incesto, o cuando el embrión no tenga posibilidades de sobrevivir, o el embarazo ponga en riesgo la vida de la mujer. Su art. 112 excluye las tres causales.
La causa y la motivación de esa manera de desconsiderar y abusar del ser humano mujer, no es otra que la influencia de la ideología patriarcal, machista en quienes dominan ese y otros poderes, dentro y fuera del Estado: congresistas del PRM, PLD, FR, jefes de iglesias, grandes empresarios, directores de medios de comunicación, altos funcionarios civiles y militares. En fin, jerarcas y jorocones.
Ideología patriarcal
La ideología patriarcal es el sistema de ideas que le sirve de sustentación a la milenaria supremacía masculina en la historia y en el presente de la humanidad; siempre adecuada al contexto particular de las diversas formaciones económico-sociales y de las correspondientes modalidades de lucha de clase.
El patriarcado o poder dominante masculino precede al capitalismo como herencia pérfidamente remozada de otras formaciones económicas y sociales, y lo acompaña en sus tiempos modernos.
Es absolutamente funcional a la nefasta vocación de la burguesía por maximizar ganancias y convertir todo en mercancía, incluso los atributos femeninos y el cuerpo de la mujer.
Es funcional a los que actúan jefes de otros y de la sociedad.
Hablar de ideología patriarcal es hablar de una plataforma de conceptos que posibilita la sobre-explotación de las mujeres y la negación de sus derechos como seres humanos a cargo de la clase dominante-gobernante.
Es una ideología que estimula su maltrato sistematizado bajo el criterio de considerarlas «propiedad» o «ser inferior» al servicio de los hombres y del poder masculinizado del gran capital y el Estado bajo su mando.
Es una forma de pensar, de actuar y ejercer el poder que considera a las mujeres fundamentalmente instrumentos de placer sexual, material de cocina y de cama, obligadas a cargar con los cuidados del hogar, como trabajadoras domésticas no remuneradas o inferiormente remuneradas.
Ella se expresa como machismo, opresión y discriminaciones violentas.
Se expresa en desigualdades salariales, negación de oportunidades, maltrato físico-psicológico, torturas, burlas, violencias, feminicidios… partiendo siempre de una diferencia natural que supuestamente las condena irremediablemente a la subordinación y vulneración de sus derechos como seres humanos.
Y esa opresión gravita en todas las edades y ámbitos sociales, y conlleva asignación forzada de roles sociales diferenciados en perjuicio de la población femenina; incluida doble y triple explotación, desconocimiento del trabajo doméstico como generador de riquezas y ganancias a favor del capital, mercantilización del cuerpo y escandalosas supremacías masculinas en las relaciones de poder.
Esto ha provocado una intensa y significativa oposición en una parte importante de la sociedad dominicana, cada vez más sensibilizada con la necesidad de defender los derechos de la mujer frente a una cultura dominante realmente ominosa; lo que ha entorpecido por momentos y recurrentemente -aun en condiciones de enorme desigualdad de recurso y poder- la aplanadora patriarcal machista de las Cámaras Legislativas y sus tutores. ¡Buena señal a futuro, vale luchar!