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Combatir la corrupción desde el seno de la sociedad

Publicado en Todo Incluido, hace 2 semanas

Hoy dia la corrupción es considerada como uno de los más serios problemas de la sociedad, capaz de socavar y corroer todos los estamentos sociales e institucionales de una Nación.

En los esfuerzos que se realizan a los fines de afrontar con éxitos el fenómeno de la corrupción, casi siempre se deja de lado un elemento fundamental para los propósitos señalados y que ha venido a constituirse, transcurrido el tiempo, en  el gran dilema de la corrupción administrativa: una sociedad que ataca y critica a los corruptos, reclama  mayor transparencia en la gestión pública, pero a la vez, tolera, se aprovecha, se beneficia y a veces celebra y promueve ella misma la corrupción en la Administración Pública.

“No hay corrupto sin corruptor” ……” Si nadie pagara, el corrupto dejaría de pedir”, reza un viejo adagio.

Ese hecho nos da a entender entonces que el tema hay que abordarlo necesariamente desde otra perspectiva, considerando que el mismo adquiere dimensiones sociales y culturales de mucha relevancia.

Lamentablemente, ponemos la mira en el blanco incorrecto, y nos cansamos de diseñar, desarrollar e implementar herramientas dirigidas a combatir la corrupción en la Administración Pública, y, a decir verdad, los resultados a favor son ampliamente desproporcionales a los esfuerzos que se realizan para tales fines.

Una de las razones fundamentales por la cual las estrategias anticorrupción no han tenido resultados positivos se debe, en buena parte, a la falta de un elemento determinante en la vida de todo país: una cultura social en donde prevalezcan por sobre todas las cosas los valores éticos y morales en las relaciones y comportamientos de los ciudadanos.

Cuando vemos los rankings internacionales sobre niveles de corrupción, los países que mejor posicionado están no son necesariamente aquellos que implementan mayores mecanismos de control y transparencia en la cosa pública, ni tampoco aquellos que aplican sanciones severas (hasta pena de muerte) por prácticas corruptas, sino aquellos en donde prevalezcan en el seno de la sociedad, y a todos los niveles, la ética, la honestidad, la honradez, entre otros valores.

Hay que abordar el tema de la corrupción desde su origen. En el seno mismo de la sociedad. En la familia, en la escuela (sobre todo en los niveles básicos e intermedios), contribuyendo por todas las vías posibles a la construcción de una sociedad sustentada en valores.

Algunas de las soluciones se encuentran dentro de la misma sociedad, por ejemplo, la necesidad de cambiar la apatía o tolerancia pública con respecto a la corrupción.

De esta manera, todo intento de establecer una estrategia contra la corrupción que no incluya a todos los estamentos de la sociedad (familias, escuelas, universidades, iglesias, clubes, juntas de vecinos, empresas privadas, sindicatos) está ignorando la parte neurálgica del problema y al mismo tiempo a una de las herramientas disponibles más útiles y poderosas para atacarlo.

De hecho, en muchos países donde la corrupción predomina, la sociedad civil es débil, apática o se encuentra en las primeras etapas de movilización y organización. Pero de ninguna manera éstas son razones para ignorar el papel que está llamada a jugar la sociedad en el desarrollo de una estrategia contra la corrupción.

Debe procurarse, como forma de atacar el mal desde su origen, una transformación cultural de toda una sociedad, inculcando valores ciudadanos desde las primeras etapas del desarrollo humano y un involucramiento pleno de todos los estamentos de la sociedad, mostrando siempre un espíritu de responsabilidad y desprendimiento, pensando ya en las futuras generaciones que nos sucederán.

Solo así extirparemos de raíz ese flagelo que ha venido corroyendo a nuestra sociedad durante siglos.

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