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Dos de los reclusos muertos en La Victoria les faltaba poco para ser liberados

Publicado en Nacionales, hace 2 años

Santo Domingo.- La madrugada del domingo la vida de al menos 12 familias tomó una dirección rumbo a la tristeza y el dolor, al enterarse del motín que dejó tres muertos y nueve heridos en la cárcel La Victoria.

Familiares de dos de las víctimas fatales no dejaban de lamentar que sus seres queridos perdieron la vida cuando estaban “más fuera de la cárcel que dentro”, debido a que su condenan la cumplían la próxima semana.

Rafael Batista, conocido popularmente como “Rasputín” era uno de los reclusos que resultó muerto durante el motín, dejando  en este mundo dos hijos de 14 y 10 años, y una madre sumergida en el dolor que había cambiado su boleto de avión para verlo cuando saliera en libertad los próximos días.

“Yo no vivo aquí y me iba antes de ayer, pero cambié mi vuelo porque quería ver a mi hijo cuando salga por esa puerta, de ese infierno que se vive allí dentro”, fueron las palabras que Ana Lucia Batista, madre de Rafael,  gritó a este medio.

Con lágrimas en los ojos y la voz rasgada de tanto gritar, Joselito Batista, hermano de Rafael, atesoró un audio que su difunto hermano le envió mientras estaba herido de dos disparos propinados por otro preso, a quien identificó como “Cangrejo”.

“Cangrejo me dio dos tiros, me estoy muriendo, dile a mami que la quiero mucho”, fueron las últimas palabras del recluso, antes de morirse.

La situación no tomo desvío con la familia Díaz

Bajo el sol del mediodía en el patio de su casa se encontraba doña Hermira Díaz, cariñosamente “Tata”, quien junto a su hermana y moradores de la calle seis en Villa mella, gritaba la pérdida de su hijo, Pedro Díaz, y exigía  justicia.

Mi hombre ya salía este jueves, a él todo el mundo lo quería y no se metía con nadie, en esa cárcel no hay control, todo es dinero, nosotros queremos justicia, que hagan algo con el tal Cangrejo”, expresó la madre del fallecido, quien aseguró que todo en ese recinto es controlado por el populoso “Cangrejo”.

Pedro sin poder despedirse dejó en esta vida cincos hijos, teniendo solo tres años el más pequeño.

Familiares no podían ingresar a la cárcel

Desafortunadamente no solo esas dos familias sintieron desesperación y miedo la mañana del domingo, debido a que los familiares de todos los presos de La Victoria no podían ingresar al recinto hasta que las autoridades dieran la autorización.

Por más de cuatro horas estuvieron frente a la cárcel los padres y allegados que esperaban información del recluso que tienen dentro.

Otros con bultos en manos rogaban entrar para llevar de comer a su hijo, puesto que el domingo es el único día en el que los apresados pueden recibir visitas.

“Al que no lo mataron después del tiroteo en esa cárcel, lo va a matar de hambre porque los domingos es el único día que mi hijo come bien y mira donde estamos”, fueron las palabras que narró Carmen Cuevas, quien mostró a este medio su cantina de mangú y carne.

Al filo de las 12:45 las autoridades permitieron que los familiares le dejen los alimentos e inmediatamente se marchen y la visita regular se canceló a raiz de lo sucedido.

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