Publicado en Editorial, hace 21 horas
La inacción de nuestros legisladores ha asestado un golpe lamentable al futuro laboral de la República Dominicana. Una vez más, la desidia y la falta de compromiso con los trabajadores y empleadores han quedado en evidencia al dejar perimir el Código de Trabajo, una herramienta fundamental para la justicia y el equilibrio en las relaciones laborales del país. Este no es un simple retraso; es una muestra alarmante de la desconexión entre quienes nos representan y las necesidades apremiantes de la sociedad.
Desde hace años, la necesidad de una actualización del Código de Trabajo ha sido un clamor unánime. Expertos, sindicatos, empleadores y la ciudadanía en general han señalado la urgencia de adaptar nuestras leyes laborales a la realidad del siglo 21. La globalización, las nuevas formas de empleo, la irrupción de la tecnología y los cambios en la dinámica social demandan un marco legal robusto, justo y equitativo. Sin embargo, en lugar de atender este llamado, nuestros congresistas han optado por la inercia, permitiendo que un proyecto de ley crucial acumule polvo y, finalmente, pierda su vigencia.
Esta perención no solo representa una negligencia imperdonable, sino que también deja en un limbo de incertidumbre jurídica a miles de trabajadores y empresas. ¿Cómo se garantiza la protección de los derechos laborales en un escenario donde las normativas están desfasadas? ¿Cómo se fomenta la inversión y la creación de empleo si el marco legal es obsoleto e inestable? La respuesta es clara: no se puede. Esta situación solo profundiza la precariedad laboral, fomenta la informalidad y desincentiva el crecimiento económico sostenible.
Es incomprensible cómo, en un momento donde la sociedad dominicana exige transparencia, eficiencia y compromiso por parte de sus representantes, se permita que un tema de tanta trascendencia sea relegado al olvido. La reforma del Código de Trabajo no es un capricho; es una necesidad impostergable para garantizar la dignidad de los trabajadores, promover la productividad y construir un futuro laboral más justo y próspero para todos.
Hacemos un llamado enérgico a nuestros legisladores para que asuman con la seriedad que amerita su responsabilidad. Es hora de dejar a un lado los intereses particulares y las agendas políticas estériles para priorizar el bienestar colectivo. El perimir del Código de Trabajo es un recordatorio doloroso de lo que sucede cuando la inacción se impone sobre el deber. Es tiempo de enmendar este error, de retomar el camino del progreso y de dotar a la República Dominicana de un marco legal laboral que esté a la altura de los desafíos y las aspiraciones de su gente.