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El nuevo embajador haitiano y la bonhomía del dominicano

Publicado en Todo Incluido, hace 9 horas

 Daniel Toribio 

El pasado 21 de febrero de 2025, el nuevo embajador haitiano, Emmanuel Fritz Longchamp, presentó sus cartas credenciales ante el ministro de Relaciones Exteriores de la República Dominicana, Roberto Álvarez.

Longchamp fue ministro de Relaciones Exteriores de Haití desde 1995 hasta 2001, periodo del que conservo una anécdota especial que siempre recuerdo, pues me enseñó cómo las buenas acciones generan beneficios duraderos.

El 16 de marzo de 1996, el presidente haitiano René Préval visitó oficialmente al presidente Joaquín Balaguer en el Palacio Nacional dominicano. Este encuentro fue histórico tras 45 años sin visitas presidenciales haitianas, desde que Paul Magloire fue recibido por el dictador Rafael Leónidas Trujillo.

De aquella reunión surgió una declaración conjunta estableciendo comisiones bilaterales para fortalecer la cooperación. Aunque el proceso electoral y los cambios de gobierno dificultaron los avances, la voluntad de los presidentes Préval y Fernández impulsó nuevas reuniones hacia 1998.

El presidente Fernández programó una visita oficial a Haití para el 18 de junio de 1998, la primera en 62 años. Sin embargo, surgió un obstáculo cuando sectores sociales haitianos se opusieron al acuerdo migratorio, alegando trato desfavorable hacia sus ciudadanos en territorio dominicano. A las 6 de la tarde del 17 de junio en el Hotel Montana, de Puerto Príncipe, el estancamiento parecía inevitable.

Fue entonces cuando intervino Fritz Longchamp y cito de memoria: «Si hace dos años alguien me hubiera planteado lo que ustedes dicen, habría estado de acuerdo. Pero tras sufrir un accidente automovilístico regresando de Santo Domingo, el presidente Fernández dispuso mi atención en el hospital militar dominicano. El trato que recibí fue excepcionalmente solidario. El dominicano que conozco es bondadoso, avancemos con ese documento sin ponerle trabas.»

La bonhomía dominicana permitió que finalmente los presidentes firmaran los acuerdos, demostrando que las buenas acciones crean vínculos positivos incluso entre naciones tan distintas.

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