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El PLD en crisis profunda

Publicado en Todo Incluido, hace 14 horas

Alejandro Santos

La realidad crítica que atraviesa el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) puede entenderse como el resultado de un proceso gradual de transformaciones que terminaron por debilitar sus cimientos fundamentales.

Desde nuestra perspectiva, las dos causas más determinantes de esta crisis están estrechamente vinculadas: en primer lugar, la división que provocó la salida de Leonel Fernández del partido; y en segundo, el impedimento constitucional que prohíbe a Danilo Medina volver a postularse para la presidencia de la República.

Uno de los aspectos más llamativos de la actual crisis del PLD está relacionado con su estructura organizativa. Paradójicamente, lo que su fundador, Juan Bosch, cuidó con tanto esmero terminó convirtiéndose en uno de los factores principales del colapso.

En sus orígenes, el PLD se formó como una organización política que buscaba evitar los vicios que provocaron las constantes crisis del PRD. Juan Bosch diseñó un partido basado en organismos funcionales, prohibió el culto a la personalidad, desalentó la formación de corrientes internas y limitó las aspiraciones personales sin el consentimiento de los organismos correspondientes.

En ese entonces, ningún miembro del partido podía lanzar una candidatura presidencial, congresual o municipal por iniciativa propia. La disciplina interna y el control ejercido por la alta jerarquía, especialmente por el Comité Político, garantizaban el respeto a las decisiones emanadas desde la cúpula del partido.

Con la desaparición física y política de Juan Bosch, el modelo organizativo del PLD comenzó a flexibilizarse. La toma del poder en 1996 marcó el inicio de una nueva etapa en la que se impusieron lógicas más pragmáticas, orientadas a los procesos electorales, lo que transformó gradualmente al partido.

Lo que antes se quiso evitar terminó ocurriendo: surgieron corrientes internas y se estableció el culto a la personalidad. Los peledeístas comenzaron a alinearse en torno a dos figuras dominantes: Leonel Fernández y Danilo Medina.

La consolidación de estas dos corrientes dio paso a un modelo de partido bajo el control de estos dos liderazgos. Desde entonces, los miembros del PLD se definían como leonelistas o danilistas.

El ejercicio del poder fortaleció y radicalizó las diferencias entre ambas facciones. Si bien esa estructura les permitió ganar varias elecciones, con el tiempo se convirtió en el principal motivo de su división y en el origen de una crisis que hoy parece insuperable.

Para las elecciones de 2016, la Constitución dominicana prohibía la reelección presidencial. Ante este obstáculo, se alcanzó el llamado “Pacto de Juan Dolio”, mediante el cual el Comité Político aprobó una reforma constitucional que permitió la repostulación de Danilo Medina. Como parte de ese acuerdo, se establecieron 15 puntos destinados a armonizar las posiciones de Leonel y Danilo.

Este pacto incluyó, entre otras cosas, la permanencia de Leonel en la presidencia del partido y la introducción de un artículo transitorio en la Constitución que prohíbe de forma definitiva una nueva postulación presidencial de Danilo.

Sin embargo, las tensiones entre ambas corrientes no cesaron. De hecho, se agudizaron en las elecciones de 2020. Durante la convención del 2019, se discutió con fuerza la candidatura presidencial, resultando electo Gonzalo Castillo. Leonel Fernández, por su parte, denunció un supuesto fraude y abandonó el PLD, fundando el partido Fuerza del Pueblo y aliándose con Luis Abinader. En consecuencia, el PLD perdió las elecciones presidenciales de 2020.

Desde entonces, el PLD ha entrado en una crisis profunda. Se han producido más divisiones y deserciones, al punto que en las últimas elecciones presidenciales apenas logró obtener un 10% de los votos emitidos.

Por otra parte, el impedimento constitucional que pesa sobre Danilo Medina —quien es, sin duda, la figura de mayor liderazgo dentro del partido— ha provocado una pérdida generalizada de esperanza y de expectativas positivas en torno al futuro del PLD.

Esto ha generado una constante migración de dirigentes y simpatizantes hacia otras organizaciones políticas, acelerando el proceso de debilitamiento del partido.

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