Publicado en Editorial, hace 1 día
La zona de El Polvorín, en Tamayo, Bahoruco, se ha convertido en el triste escenario de una promesa incumplida. El anhelado sistema de riego, crucial para cientos de campesinos que subsisten de la tierra, y que fuera anunciado con bombos y platillos por el propio presidente Luis Abinader en febrero de 2022, hoy yace abandonado.
Tras una inauguración simbólica en abril de 2025, que generó esperanzas renovadas, las maquinarias fueron retiradas abruptamente 45 días después sin explicación. El silencio de las autoridades del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos y del Instituto Agrario Dominicano, contrasta con la desesperación de los agricultores, que se sienten burlados y olvidados.
Este proyecto, que prometía transformar la vida de toda una comunidad, ha estado plagado de inconsistencias desde el principio. La cronología de los hechos dibuja un cuadro de promesas vacías y acciones confusas: desde la llegada de comitivas oficiales con aires de progreso en octubre de 2023, hasta el misterioso retiro de equipos por parte de militares, policías y seguridad privada del Consorcio Azucarero Central apenas dos días después.
La pregunta persistente es: ¿qué motivó la intervención del CAC en el retiro de la maquinaria?
La falta de transparencia en este punto solo alimenta las sospechas de intereses ocultos y conflictos que se superponen al bienestar de la comunidad. Los campesinos, con la voz quebrada, no pueden evitar la amarga comparación: “Si esto fuera un proyecto para empresarios, ya lo hubieran terminado. Pero como es para los pobres, lo dejan abandonado.”
El abandono del sistema de riego en El Polvorín no es solo la paralización de una obra; es un reflejo de la desidia y la falta de compromiso hacia el sector agrícola más vulnerable.
Las interrogantes persisten: ¿Por qué se retiraron las máquinas? ¿Existe un conflicto no declarado entre el Consorcio Azucarero Central y el gobierno? ¿Se reiniciarán los trabajos o este proyecto está definitivamente cancelado?
El INDRHI, que prometió la obra en un año, se ha esfumado en el silencio, y la exgobernadora de Bahoruco, quien participó en los actos iniciales, ahora evade las preguntas. Esta situación expone un patrón preocupante de negligencia institucional que frena el desarrollo del campo dominicano. La pregunta que resuena en El Polvorín y en todo el país es: ¿Hasta cuándo seguirán los agricultores esperando soluciones que nunca llegan?