Publicado en Editorial, hace 15 horas
El retorno del Fondo Monetario Internacional a República Dominicana ha generado un debate intenso y polarizado en el país. Para algunos, esta visita representa una señal de alarma, un recordatorio de épocas pasadas de crisis económicas y políticas. Para otros, es una oportunidad para fortalecer la estabilidad macroeconómica y promover el crecimiento sostenible.
La historia de la República Dominicana con el FMI está marcada por intervenciones controvertidas y programas de ajuste estructural que dejaron profundas cicatrices en la sociedad. Las políticas de austeridad, la privatización de empresas públicas y la liberalización del mercado laboral impuestas por el FMI en el pasado generaron altos niveles de desempleo, pobreza y desigualdad.
En el contexto actual, la visita del FMI se produce en un momento de incertidumbre económica global, con la pandemia de COVID-19 aún presente y la guerra en Ucrania generando volatilidad en los mercados internacionales. El gobierno dominicano busca obtener un respaldo financiero del FMI para afrontar los desafíos económicos y sociales que enfrenta el país.
Es crucial que el gobierno dominicano negocie un acuerdo con el FMI que proteja los intereses de la población más vulnerable y promueva un modelo de desarrollo inclusivo y sostenible. Las lecciones del pasado deben servir para evitar la repetición de errores y construir un futuro más próspero para todos los dominicanos.
La sociedad dominicana debe mantenerse vigilante y exigir transparencia en las negociaciones con el FMI. Es fundamental que se garantice la participación de todos los sectores en la toma de decisiones y que se priorice el bienestar de la población por encima de los intereses financieros.
El retorno del FMI a la República Dominicana no tiene por qué ser un mal presagio. Con una negociación responsable y una visión de desarrollo centrada en las personas, el país puede superar los desafíos actuales y construir un futuro más justo y equitativo.