Luis Encarnación Pimentel
El profesor Bosch, citando un concepto martiano, refirió en su momento que: “en política hay cosas que se ven y otras que no se ven, y las que no se ven pueden ser más importantes que las que se ven”.
Cuando a la oportuna invitación que hiciera el presidente Luis Abinader a los exgobernantes Fernández, Medina y Mejía para consensuar con ellos medidas efectivas para frenar la incontrolada penetración de haitianos indocumentados a territorio nacional y Danilo expresó la disposición de recibirlo en la casa presidencial del PLD, de inmediato se entendió que no era el lugar ni el esquema apropiados para que la iniciativa oficial lograra el efecto y la trascendencia necesarios en la actual coyuntura.
Sencillamente, porque el jefe del Estado hubiera tenido que reunirse individualmente con cada uno de los exgobernantes y, a partir de ahí, el golpe de efecto y la sensación de unidad del liderazgo político nacional con respecto a un tema país y, por demás, apremiante como el migratorio habrían rodado por el suelo.
Por eso, la atinada escogencia de un lugar neutro como el Ministerio de Defensa y la importancia del encuentro cordial del presidente Abinader con todos los exgobernantes, considerado como histórico, porque los líderes políticos concurrentes dieron muestras de civilidad y de altura al coincidir en la preocupación y búsqueda de salidas institucionales efectivas al gran problema migratorio y principal dolor de cabeza que afecta a
Y los resultados de ese esfuerzo conjunto del presidente en ejercicio y los exmandatarios expresados en una carta que enviaran a los presidentes de los países integrantes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas comienzan a verse.
En efecto, se entiende como un avance diplomático importante de República Dominicana, el hecho de que el órgano de Naciones Unidas acuerde reunirse en consultas el próximo lunes 30 de junio para tratar el tema de la crisis que padece Haití, como habían pedido en innúmeras ocasiones el presidente Abinader y el canciller Roberto Álvarez a una comunidad internacional hasta ahora indiferente a la aguda crisis del vecino país.
De otro lado, si ya Luis, Leonel, Danilo e Hipólito se juntaron en la casa grande del estamento militar, donde recibieron los respetuosos saludos de estilo, no tendría mucho sentido ni fácil explicación el que el jefe del Ejecutivo, finalmente, girara una inesperada visita a la casa presidencial del opositor partido morado, para tratar el tema haitiano y otros de interés general.
Por la razón sencilla de que, además de tener que agendar igual visita a Fernández y a Mejía -para “equilibrar”-, demás esta sabido que los lideres citados acordaron desde el primer encuentro que el tema de la crisis migratoria haitiana y las posibles medidas a tomar se lleven al seno del Consejo Económico y Social, donde se establecieron seis mesas de trabajo, y cada cabeza de organización política designó a dos representantes.
Así las cosas, la visita del presidente Abinader a Danilo pudiera deberse –a simple lectura– a una “satisfacción» que el gobernante quisiera darle a su antecesor con respecto al pedido inicial de que se reuniesen en el local morado.
Expectativa
Pero extraña, y no deja de crear su expectativa, porque no se trata de reunión de cuatro figuras de Estado, sino de dos y, precisamente, las dos con impedimento constitucional de aspirar a volver al poder.
Por demás, coincidiendo con la decisión reciente del TC de rechazar un recurso impertinente que buscaba anular la disposición que impide al presidente Abinader aspirar a otro periodo más allá del 2028.
Además, con el pedido de un par de morados de que a Danilo le quiten el merecido “nunca-jamás” que las circunstancias obligaran a ponerle en la Constitución. ¿Se trata sólo de coincidencias
la nación dominicana.