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Final del bochismo

Publicado en Todo Incluido, hace 1 mes

Juan Bosch falleció a los 92 años [primero de noviembre de 2001] y no pudo ser testigo del declive de su doctrina en aquel gobierno inicial del PLD. La razón de que no pudiera ejercer una necesaria supervisión —ni una efectiva fiscalización sobre la administración de Leonel Fernández— es conocida de todos: desde el 1994 el Alzheimer había comenzado a invalidar su cerebro y Bosch, de ser el promotor y motor ideológico de su partido, se convirtió en una postal, en una imagen que, además de escudo propagandístico, servía para infundir en el país respeto y admiración.

Por esa causa el cuatrienio 1996-2000 de Fernández no contó con la asesoría fundamental del ideólogo del PLD y fue notorio el desvío conceptual del boschismo en esa administración, sobre todo en lo que atañe a las medidas neoliberales implementadas por Fernández.

Estoy seguro que de haber estado Bosch supervisando los pasos, las decisiones y las acciones de Fernández en su primer mandato, el boschismo hubiese marcado un derrotero distinto y el PRD no habría podido salir victorioso en las elecciones del 2000.

El desastre financiero que estremeció al país durante los cuatro años de gobierno de Hipólito Mejía, ocasionado por un corrupto sistema bancario que se venía arrastrando desde hacía lustros y una efectiva campaña propagandística esgrimida por el PLD, hicieron posible el retorno de Leonel Fernández al poder.

El país no se vio compelido a realizar una enredada analogía para comparar la administración de Fernández versus la torpe y desafortunada de Mejía, quien desperdició una administración que se inició con una favorable mayoría congresual y una militancia que clamaba reivindicación para la figura de su líder, José Francisco Peña Gómez, discriminado y señalado como el camino malo en el torneo de 1996.

Al parecer, las desapariciones físicas de los líderes fundamentales de los tres partidos políticos envueltos en el clímax coyuntural dominicano [en un corto espacio de cuatro años: Peña Gómez en 1998, Bosch en 2001 y Balaguer en 2002], dieron un vuelco sustancial a las ideologías seguidas por las parcelas que dirigían.

Podría ser un eufemismo [pero no lo es] endosar ideologías a los tres partidos que desde 1973 sellaron sólidas intervenciones en la actividad política dominicana; porque exceptuando al PLD, tanto el reformismo como el perredeísmo optaron por adoptar doctrinas internacionalistas que acomodaron a sus intereses partidarios: el reformismo —que se había unido al Partido Revolucionario Socialcristiano [PRSC] el 21 de julio de 1984— ingresó al socialcristianismo surgido de las teorías de Jacques Maritain y Emmanuel Mounier, pero administró el país bajo un sistema altamente ecléctico.

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