Publicado en Todo Incluido, hace 7 horas
La caída de los Estados árabes no solo rediseñó el mapa del Medio Oriente, sino que entre ruinas y escombros, Israel emerge como el gran vencedor y se le otorga supremacía sin fronteras.
La cartografía del Medio Oriente ha sido re-dibujada no solo por tinta diplomática, también por sangre, fuego y escombros. Hoy, al observar la facilidad con la que Israel penetra los espacios aéreos de Siria, Irak o el Líbano para atacar enclaves iraníes, nos obliga a ver una verdad incómoda y, es que la destrucción sistemática de esos Estados ha beneficiado directa e indirectamente la supremacía militar israelí.
Israel geográficamente, está rodeado por países: Egipto, Siria, Jordania, Irak y Líbano, que, entre 1948 y 1973, —recién salido del Holocausto—, participaron al menos en cuatro guerras convencionales contra su existencia una representación antigua de “Amalec” (Exodo 17).
Los dos Estados
Israel nunca se ha negado a la existencia de los dos Estados: 1947 – Resolución 181 de la ONU (Plan de Partición), 1949 – Acuerdos de Armisticio. 1967– Resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU. 1978 – Acuerdos de Camp David (con Egipto). 1991 – Conferencia de Paz de Madrid. 1993 – Acuerdos de Oslo I. 1995 – Acuerdos de Oslo II. 2000 – Cumbre de Camp David (Arafat-Clinton). 2003 – Hoja de Ruta del Cuarteto para la Paz. 2007 – Conferencia de Annapolis. 2008 – Propuesta de Ehud Olmert a Mahmud Abbás. 2013-2014 – Negociaciones promovidas por John Kerry (EE. UU.). Así lo confirman estas resoluciones .
Yendo ahora conforme la narrativa del Antiguo Testamento se lee que mientras Israel salía “débil, cansado y desorganizado” del desierto, Amalec lo atacó sin provocación previa.
El ataque fue cobarde
“cómo te salió al encuentro Amalec en el camino, y te desbarató la retaguardia de todos los débiles que iban detrás de ti, cuando tú estabas cansado y trabajado; y no tuvo ningún temor de Dios.” (Deut:25:18)
Amalec atacó “a los rezagados del pueblo”, los más “débiles y cansados”, despreciando todo principio de honor.
Esto generó un juicio divino: “Yahweh tendrá guerra con Amalec de generación en generación.”. (Éxodo 17:16)
Desde la primera década del siglo XXI, ninguno de estos Estados mantiene una soberanía funcional capaz de enfrentar a Israel en el terreno militar. Afganistán, aunque más distante, también completa ese anillo descompuesto.
Históricamente, este reordenamiento no fue espontáneo. El acuerdo Sykes-Picot de 1916 impuso fronteras arbitrarias que sembraron el caos. Tras la creación de Israel en 1948, sus vecinos se convirtieron en enemigos (analogía de Amalec). No obstante, mientras Israel desarrollaba instituciones, tecnología y alianzas, sus contrapartes árabes eran golpeadas por dictaduras, guerras civiles y ocupaciones extranjeras.
•“Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis. Y pondré tendones sobre vosotros, y haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en vosotros espíritu, y viviréis; y sabréis que yo soy Yahweh.”(Ezequiel 37:5-6)
El componente étnico-religioso agravó la fractura. Israel, como Estado judío, quedó rodeado por una mayoría musulmana dividida entre sunitas y chiitas Irán —persa— emergió como su principal rival. Siria y Hezbollah compartían esa línea. Pero con la destrucción de Irak y la implosión siria, el eje anti-Israel se debilitó hasta ser irrelevante militarmente.
La invasión de EE.UU. a Irak en 2003, eliminó un contrapeso estratégico en la región. El colapso del Ejército iraquí dejó expuesto todo el espacio aéreo oriental. Desde entonces, Israel ha tenido vía libre para vigilar y atacar posiciones iraníes sin cruzarse con una fuerza estatal coordinada. El “colchón geoestratégico militar” de Irán fue quemado hasta las cenizas.
Siria, destruida desde 2011, es hoy un campo de batalla sin Estado. Israel ha realizado cientos de ataques aéreos dentro del territorio sirio, sin declaración de guerra, sin respuesta formal y sin condena internacional efectiva. La razón: no hay un gobierno plenamente funcional con capacidad de defensa.
El caso del Líbano es aún más complejo. El Hezbollah, aunque poderoso, no representa a un Estado. El país no tiene defensa aérea nacional, sufre un colapso económico y una parálisis institucional casi total. Para Israel, esto significa que puede neutralizar amenazas desde el sur libanés sin preocuparse por represalias estatales.
“Y hubo un ruido mientras yo profetizaba, y he aquí un temblor; y los huesos se juntaron cada hueso con su hueso. Y miré, y he aquí tendones sobre ellos, y la carne subió, y la piel cubrió por encima de ellos”(Ezequiel 37:8)
Si bien Afganistán está geográficamente más alejado, jugaba un rol estratégico al ser la frontera oriental de Irán. Su descomposición tras veinte años de ocupación estadounidense selló el cerco. Ya no existe una continuidad territorial entre potencias regionales que puedan formar un bloque coherente frente a Israel.
Diplomática y culturalmente Israel, capitalizó la situación. La narrativa de Estado democrático, moderno y amenazado se impuso, con la firma de Acuerdos como Abraham con Emiratos Árabes Unidos y Bahréin en 2020, esto confirmó que, ante el colapso de la solidaridad panárabe —unión—, la normalización con Israel ya no es un tabú, sino una estrategia de supervivencia y poder.
Hoy, lo que antes era una coalición de países organizados en oposición a Israel, es un conjunto de territorios fragmentados, dominados por milicias, ocupaciones extranjeras o gobiernos débiles. Israel se enfrenta a actores no estatales.
La asimetría redefinió el conflicto
Israel no ha necesitado ampliar sus fronteras (por el momento). Ha extendido su seguridad a través del vacío. Actúa fuera de su territorio con plena libertad. Ningún país árabe de los que lo rodean puede hoy declararle una guerra convencional, ni siquiera proteger su propio espacio aéreo. El equilibrio de poder ha sido reemplazado por una hegemonía solitaria.
“Profetiza al espíritu (rüàj), hijo de hombre, y di: Así ha dicho Yahweh el Señor. Espíritu, ven de los cuatro vientos y sopla sobre estos muertos, y vivirán.” (Ezequiel 37:9)
El rol de Estados Unidos, (pequeño socorro, Dn 11:34 y Apoc. 13:11), en esta reconfiguración es innegable. Aunque los discursos oficiales hablaban de democracia y seguridad global, el resultado ha sido otro; la desaparición de los Estados-organizados vecinos de Israel ha servido como escudo estratégico de facto para su defensa nacional, ampliando su soberanía.
Israel no necesitó destruir directamente a sus enemigos; le bastó con sobrevivir mientras ellos colapsaban. En un Medio Oriente donde los Estados desaparecen y las milicias toman el control, el verdadero poder no lo tiene quien conquista, sino quien permanece. Y hoy, el único Estado pleno que queda en pie, con fuerza aérea, gobierno funcional y legitimidad internacional, es Israel. Ni siquiera Egipto.
Ello debido a que cuando estos países están progresando Estados Unidos lo quiebra. (Éxodo.17)
Israel gobierna el mundo
A través de Estados Unidos y la Banca Privada; es indudable esta afirmación de que Israel “gobierna el mundo”. Aunque usted no lo crea. Yo sí.
“Y levantaré el tabernáculo caído de David; repararé sus brechas, y lo levantaré de sus ruinas, y lo edificaré como en el tiempo pasado.” (Amós 9:11)
Nadie puede destruir un pueblo edificado por la palabra de Yahweh; destinado a ser cuna del Mesías y garantía de su regreso.
Por tanto, desde el desierto, esos huesos cobraron vida..!