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​La indiferencia que devasta: un llamado urgente ante la destrucción ambiental

Publicado en Editorial, hace 4 horas

La República Dominicana, bendecida con una biodiversidad exuberante y paisajes que quitan el aliento, enfrenta una paradoja dolorosa: la destrucción ambiental avanza a pasos agigantados, a menudo bajo la mirada complaciente o la inacción de nuestras propias autoridades. No es un secreto que playas paradisíacas se ven asfixiadas por plásticos, ríos vitales se convierten en cloacas, y bosques cruciales sucumben a la tala ilegal o al desarrollo descontrolado. Esta devastación no es un fenómeno natural; es el resultado directo de una dejadez institucional que prioriza intereses económicos a corto plazo sobre la salud a largo plazo de nuestro planeta y el bienestar de futuras generaciones.

​La normativa ambiental existe, pero su aplicación es un espejismo en muchas ocasiones. Permisos que se otorgan sin un análisis riguroso de impacto, la falta de monitoreo efectivo de proyectos y la impunidad ante infracciones graves son el pan de cada día. La consecuencia es clara: el patrimonio natural de la nación se erosiona, afectando no solo la flora y fauna, sino también recursos esenciales como el agua potable y la calidad del aire. El turismo, pilar de nuestra economía, se ve amenazado por la degradación de los ecosistemas que lo sustentan.

Es imperativo que nuestras autoridades despierten de esta letargia. No podemos seguir observando cómo la avaricia de unos pocos destruye lo que es de todos. Se requiere una voluntad política firme para hacer cumplir las leyes ambientales, para invertir en tecnologías y prácticas sostenibles, y para educar a la ciudadanía sobre la importancia de proteger nuestro entorno. La protección ambiental no es un lujo, es una necesidad urgente y una inversión en nuestro futuro. La hora de la acción es ahora, antes de que el daño sea irreversible y la belleza que hoy nos define, sea solo un recuerdo lejano.

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