Publicado en Todo Incluido, hace 9 horas
Me enteré de un hecho, hace varios años, de una mujer morena que sustrajo una lata de leche de un reconocido multicentro para alimentar a una hija de ocho meses, que tenía varios días sin consumir ese nutritivo líquido.
La dama fue apresada y sometida a la justicia por el establecimiento comercial, pero tuvo la suerte que le tocó el juez Alejandro Vargas (el mismo que está hoy en el Tribunal Constitucional), quien determinó “hurto famélico”, es decir, robo por hambre, hecho que no conlleva pena.
Esa empresa hizo el ridículo al llevar a la justicia ese infeliz acontecimiento, porque lo que se estila regularmente es que la seguridad del negocio sujete a la mujer y despoje del producto. En caso de tornarse violenta y alterar el orden, entonces podría optar por entregarla a la Policía, institución que suele dejar en libertad a este tipo de personaje desde el propio cuartel, al no disponer de una querella formal de la parte afectada.
Sin embargo, el abogado honorífico que tuvo la morena le enrostró una verdad más grande que una montaña al representante del comercio: “Por situaciones como estas es que este país está así, ¿qué le cuesta a ese poderoso multicentro dotar de una lata de leche mensual a esa niña durante sus primeros siete años?»ç
Siempre se ha dicho que la justicia dominicana es sumamente fuerte con los rateros o ladrones de baja monta, los cuales con facilidad se pasan varios años presos, inclusive sin que se les conozca juicio.
Al momento de escribir este artículo se encontraba preso, pendiente de audiencia, Manuel Alejandro Féliz Rodríguez (El Cojo), quien penetró al local del Instituto Duartiano y sustrajo dos anillos de gran valor histórico, por haber pertenecido a nuestro padre de la patria. Uno de los anillos lo vendió en una compraventa de la avenida Mella en apenas tres mil pesos.
Es importante que ambas prendas se recuperaron. Sin embargo, todo acto delictivo amerita sanción. Naturalmente, habría que ver las posibles causas del hurto cometido por El Cojo, porque si fue por hambre lo recomendable es que no se le dicte pena alguna.
Está, además, la cleptomanía, que es el robo por impulso, donde la persona experimenta una necesidad irresistible de sustraer objetos ajenos, un tipo de mañoso que debía ser tratado por profesionales de la conducta humana.
De todas maneras, sea cual fuere la razón, El Cojo no deja de ser un ladronzuelo y tiene que ser tratado como tal. En un país donde se administre justicia correctamente las penas debían dictarse de acuerdo al nivel del daño cometido a la sociedad.No olviden que por ahí anda paseándose Antonio Espaillat, que por su culpa murieron unas 250 personas.
Ciega y tuerta
En República Dominicana la justicia a veces es ciega, como en efecto ha sido históricamente con los ladrones de cuellos blancos, que asaltan el Estado dominicano gobierno tras gobierno.
A veces nuestra justicia es simplemente tuerta, solo ve ladrones desde un solo ojo, como acaba de ocurrir con Alexis Medina, hermano de Danilo Medina, que le cantaron siete años de cárcel, por lavado de activos, soborno, falsificación de documentos y asociación de malhechores.
El expediente está bien sustentando, con montones de pruebas, e involucra a otros tantos personajes, a los cuales se les cantó 6 años. Se hizo justicia, pero es evidente que se trata de una justicia muy selectiva.
La pregunta es: ¿En 16 años consecutivos de gobierno del PLD solo se robó desde el entorno de Danilo Medina? ¿Y los demás que mediante corrupción pública acumularon miles de millones de pesos? ¿Y los nuevos ladrones del cambio, que dicen haber llegado ricos a los cargos?
Se usa mucho el pretexto de que los ricos no roban porque no necesitan. Falso. El pobre se conforma con locrio de pica pica y una botella de ron, el de clase media procura vivienda, buena alimentación, auto, salud y educación para su familia. ¿Y los empresarios qué buscan? ¿Van al Estado a sacrificarse? La experiencia indica que la ambición y la codicia del empresariado no tiene límite.
Naturalmente, la corrupción de los gobiernos se conoce cuando salen del poder, porque ¿quién se atreve hacer auditoría a ciertos funcionarios por el momento? Y en caso de que la hagan y encuentren entramado mafioso nada pasaría. Las veces, muy pocas veces, que se ha castigado corrupción pública en nuestro país, en el fondo ha habido persecución política en cada caso.