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La Rentabilidad Social del Gasto Público

Publicado en Todo Incluido, hace 12 horas

El gasto público constituye una herramienta poderosa para impulsar el desarrollo económico, reducir la desigualdad y mejorar la calidad de vida de la población, pero su efectividad depende de cómo se planifica, ejecuta y evalúa.

La rentabilidad social del gasto público es un tema complejo y multifacético. Es un concepto utilizado para evaluar el impacto que tiene el uso de los recursos públicos, es decir, dinero del Estado, en el bienestar de la sociedad.

A diferencia de la rentabilidad financiera, que mide el retorno económico de una inversión, la rentabilidad social toma en cuenta, no necesariamente los beneficios monetarios, sino de bienestar, que reciben los ciudadanos a través de políticas públicas, servicios y programas gubernamentales.

La rentabilidad social del gasto público analiza si el dinero que gasta el Estado genera mejoras reales y significativas en la calidad de vida de la población.

Una alta rentabilidad social significa que el gobierno está obteniendo un gran beneficio social por cada peso invertido.  Esto incluye aspectos como:

Mejor acceso a salud y educación

Reducción de la pobreza y desigualdad

Desarrollo económico sostenible e inclusivo

Mejor infraestructura pública

Seguridad ciudadana

Protección del medio ambiente

En general, en nuestro país, a decir verdad, existe una tendencia de aumento del gasto público, tanto en términos absolutos como en porcentaje del PIB, pero también, se evidencian ineficiencias que limitan su impacto en el desarrollo y el bienestar de la población.

Estas ineficiencias pueden incluir una mala gestión de los recursos públicos, la falta de transparencia en la ejecución del gasto, y la corrupción administrativa.

Se pueden identificar algunas acciones a tomar en cuenta a los fines de mejorar la rentabilidad del gasto público.

En primer lugar, se hace indispensable priorizar la inversión en áreas estratégicas, orientando el gasto público hacia áreas que tienen un mayor impacto en el desarrollo económico y social, como la salud, la educación y la investigación.

Igualmente, conviene siempre mejorar la eficiencia en la gestión del gasto público, garantizando que se ejecute de manera transparente y eficiente, evitando la corrupción y la mala gestión.

Se debe establecer un sistema de evaluación de las políticas públicas que permita identificar los resultados de las inversiones y realizar ajustes cuando sea necesario.

La sociedad civil debe participar, de alguna forma, en la planificación del gasto público, lo que puede ayudar a asegurar que se destine a las necesidades más urgentes y reduzca la corrupción.

Finalmente, se debe asegurar la sostenibilidad fiscal, evitando la deuda pública excesiva, que puede generar problemas a mediano y largo plazo.

En resumen, la rentabilidad social del gasto público es un indicador clave para evaluar la eficiencia de las políticas públicas y para asegurar que los recursos públicos se inviertan de manera que generen el mayor beneficio social posible.

Debemos siempre apostar al logro de la mayor rentabilidad social en el gasto público, pues de esa forma podremos garantizar maximizar el bienestar colectivo, eficientizar el uso de recursos limitados, fomentar la equidad y la justicia social, fortalecer la legitimidad del Estado, e impulsar el desarrollo sostenible e inclusivo.

Pero, cabe hacerse la siguiente pregunta ¿Está el Estado realmente utilizando el dinero público de manera que mejore efectivamente la calidad de vida de las personas?

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