Publicado en Editorial, hace 2 semanas
La creciente preocupación por la posible presencia de miembros del Cartel de Sinaloa en República Dominicana no puede ser subestimada. Lo que pudo parecer una amenaza distante, se cierne como sombra inquietante sobre el país, lo que exige una respuesta de las autoridades.
Las informaciones que apuntan a la operación de células de ese poderoso grupo criminal mexicano en suelo dominicano, utilizando nuestra la ubicación geográfica del país como puente para el narcotráfico internacional, es señal de alarma que exige seriedad y acción. Esta presencia no solo implica el trasiego de drogas, sino que arrastra violencia, corrupción y desestabilización social que socava los cimientos de la democracia y el bienestar de los dominicanos.
Es necesario que los organismos de seguridad e inteligencia del Estado redoblen sus esfuerzos en la investigación, desmantelamiento y persecución de esas redes criminales. La cooperación internacional, especialmente la de México y Estados Unidos, es fundamental para compartir información y coordinar estrategias que permitan enfrentar esta amenaza transnacional con la eficacia que se requiere.
La sociedad dominicana, por su parte, debe mantenerse vigilante y colaborativa, denunciando cualquier actividad sospechosa y exigiendo a sus líderes una postura firme y transparente ante este desafío. No se puede permitir que República Dominicana se convierta en una plataforma segura para organizaciones criminales de esa magnitud.
La integridad de la nación, la seguridad de las comunidades y el futuro de la juventud dependen de la capacidad que tenga el país para confrontar esta realidad con determinación y unidad. Es hora de actuar con la contundencia necesaria para erradicar esta peligrosa presencia y garantizar que la tranquilidad y el orden prevalezcan en República Dominicana.