Monte Grande: Confianza versus Realidad

La reciente declaraciones del presidente Luis Abinader de que la presa de Monte Grande no representa peligro alguno para las comunidades aledañas, busca disipar las persistentes preocupaciones de la población. Esta es una declaración de fe en la ingeniería, en la planificación y en la capacidad de respuesta del Estado. Y es una declaración necesaria, pues el miedo es un enemigo tan real como una posible falla estructural.

La presa de Monte Grande es, sin duda, una obra de infraestructura monumental y de vital importancia para el desarrollo de la región sur. Su promesa es la de mitigar las inundaciones cíclicas que han devastado la zona, de proveer agua para la agricultura y el consumo humano, y de generar energía. Sin embargo, su construcción ha estado marcada por la incertidumbre y el retraso, alimentando la desconfianza de quienes viven a su sombra.

El Gobierno ha dado un paso al frente, garantizando la seguridad de la obra y comprometiéndose con la finalización de los proyectos complementarios, como la reubicación de las comunidades de Monte Grande y la construcción de sistemas de alerta temprana. Estas acciones son cruciales. No basta con asegurar que la presa es segura, es imperativo que las comunidades se sientan seguras.

No obstante, la confianza se construye con transparencia y acciones concretas. Es fundamental que el Gobierno continúe informando de manera clara y accesible sobre el avance de los trabajos, que los simulacros de evacuación sean una realidad y que las comunidades reubicadas vivan en condiciones dignas y seguras. La seguridad de la presa no es solo una cuestión técnica, es una cuestión de confianza social.

La fe que el presidente ha depositado en Monte Grande debe ser correspondida con la máxima diligencia y un compromiso inquebrantable con la seguridad y el bienestar de las personas. La única forma de apagar el miedo es con la luz de la verdad y la certeza de la acción.