Publicado en Espectáculos, hace 7 años
Hasta quinto curso fue un alumno meritorio, pero luego comenzó a interesarse por jugar béisbol, basketball y hasta “bolitas”. Ya alcanzado el bachillerato trabajaba haciendo inventario en una tienda de repuestos y ganaba 2,800 pesos al mes, lo que alcanzaba para el pasaje y pagar la universidad.
“Yo entendía que tenía que estudiar porque eso era lo que había, pero nunca imaginé que nada de esto sucedería con mi vida”, confiesa hoy Mozart La Para, uno de los intérpretes urbanos más exitosos y posicionados en el género musical.
En una visita a su lujoso penthouse, Mozart recibió al equipo de Entretenimiento del LISTÍN DIARIO con la misma sencillez que lo ha caracterizado siempre. Esa noche también estuvieron presentes su esposa Alexandra, su mánager Carlos Batista y su pequeña hija Charlotte.
Quizás para entrevistas Mozart es un tanto tímido, pero nunca presume de sus logros económicos ni artísticos. “No he cambiado. Sigo siendo el mismo joven que vivía en el barrio El Almirante”, refirió.
De su vida como Erickon Rafael, Mozart anhela compartir con sus amigos en un colmadón, tomar cervezas sin la presión de que los mismos amigos les pidan tomarse fotos, grabar saludos o hacerse videos. “Solo quiero divertirme como antes. Si es un fan que me pide eso no me molesta, pero a mis amigos de infancia, con los que crecí, es muy fuerte, a veces me piden hasta que cante, pero son gente querida”.
Mozart tiene 29 años y lleva siete casado con Alexandra. Se conocieron a través de un amigo en común, y por la red social messenger. “Primero fueron conversaciones para hacer una amistad, luego hablábamos con la cámara y ahí empezó todo”.
Recuerda que no era nadie cuando Alexandra, quien residía en Italia, decidió venir a conocerlo y a fortalecer la relación. “El día de su llegada al país no la pude ir a buscar al aeropuerto porque estaba en una presentación, pero duró 15 días aquí que nunca olvidó”.
Luego de casi un año de noviazgo se casaron. Alexandra se convirtió en su esposa y en la persona que estaría pendiente de todo lo relacionado a su vida personal y su carrera profesional.
“Ella se ocupa de todas mis cosas. Yo no tengo que ver con nada porque está pendiente de todo. Como cualquier pareja hemos tenido nuestras altas y bajas, pero siempre ha estado a mi lado. No sé qué sería de mi vida sin ella”, expresó.
Su hija Charlotte llegó a la vida de la pareja para completar la felicidad. “Ha sido demasiado, por mi hija lo hago todo y lo doy todo. Ya no es lo mismo después del nacimiento de Charlotte”.
Inclusive, hasta para crear canciones sabe que debe cuidar lo que escribe porque Charlotte es su fanática número uno. Y así lo demostró esa noche ante los reporteros de LISTÍN DIARIO cuando su papi llegó del gimnasio. Charlotte brincaba de alegría gritando: “¡papito!” “¡papito!” “¡llegó mi papito!”, contagiando de emoción a los presentes.
Gustos EN SU TIEMPO LIBRE
Le gusta lavar su vehículo y visitar un pequeño restaurant, cerca de su casa, en donde no es asediado por nadie. También le gusta ir a los resorts y disfrutar de la piscina.
SUS PADRES
Tiene una excelente relación con sus padres Mélida Ferreira (Betty) y Rafael Fernández. Él ha proveído a todos en su familia, incluyendo a su única hermana Katherinne. Su madre aún vive en el barrio El Almirante, su padre es mayor de la Amet y con ellos confiesa tener una bonita relación. “Creo que salí a mi mamá, es muy jocosa y divertida, pero me llevo mejor con mi papá, tenemos una bonita relación”.
En Primer Show Cobró 4,000 Pesos
“Cuando vi que podía ganar esa cantidad de dinero por cantar dejé el trabajo (ganaba RD$2,800 al mes) y la universidad”, reveló el urbano que quiso ser ingeniero y que la vida le tenía otro oficio
Parece que el destino se encargaría de extenderle a Mozart La Para la alfombra del éxito artístico. Aunque tampoco fue de la noche a la mañana. Primero comenzó haciendo improvisaciones y fue el mejor en eso. Su pegada a través de YouTube lo llevó a experimentar con la música. “Observé que si los muchachos cuando grababan un tema, luego con la presentación podían comprar aunque sea unos tenis, entonces decidí irme por ese camino y agregarle las improvisaciones”, recordó.
Entonces salió su primer corte “Vamo en Dauran” y desde que se escuchó el joven cuadró su primera presentación por cuatro mil pesos, a pesar de que le estaban ofreciendo cinco mil. “Cuando vi que podía ganar esa cantidad de dinero por cantar ese tema y dos más que nadie conocía dejé el trabajo y la universidad”.
Eran los tiempos de las improvisaciones y la fiebre de experimentar con los ritmos urbanos, pero a pesar de que el movimiento se iba convirtiendo en un fenómeno juvenil, pocos se atrevieron a invertir en sus intérpretes.