Publicado en Todo Incluido, hace 2 días
Un largo ejercicio periodístico -en principio como reportero- me ha permitido ser testigo de variados hechos, de mayor o menor importancia, multicolores podría decirse.
Tres años (desde finales del 1965 a 1968) como corresponsal del diario El Caribe en San Cristóbal, constituyeron mi primera etapa en este sector. Tras ella, fui traído a Santo Domingo para actuar como reportero de ese periódico, principal de la época, con sede en la calle El Conde.
En 1969 se produjo un hecho de poco valor pero que es parte destacada de mi anecdotario periodístico: el viejo zoológico de la capital, entonces ubicado en la avenida Bolivar -donde todavía hoy se conserva el área bien arbolada que lo albergó- trajo del extranjero especies de diferentes tipos, incluidos ofidios (culebras) para enriquecer su precario patrimonio animal.
Tras la llegada del cargamento -no recuerdo tamaño ni composición- trascendió públicamente que en el mismo había una serpiente venenosa que incluso podía reproducirse. El tema se aireó en la prensa de entonces, provocando escarceo por varios días.
Para evitar el escape de la culebra (si era que ocurría y para capear el vendaval), fue tirada en un profundo foso en el cual se le observaba desde arriba y tiraba comida.
Algún tiempo después, cuando todo estaba en calma, recibí -como reportero novato- el encargo de ir rápidamente al zoológico a comprobar la situación del ofidio.
Me sentí incómodo internamente porque lo consideraba un tema trivial, superado e innecesario. Pero tenía que cumplir la orden.
Al llegar al añejo parque zoológico –que en 1975 fue trasladado a su lugar actual al norte de la ciudad- comprobé la realidad, la cual he recreado ahora en abril del 2025 cuando releo en computadora la colección de El Caribe de septiembre de 1969.
Verifiqué la situación y redacté una información que el matutino publicó al otro día, cuyo texto fue el siguiente:
“Rata mata serpiente. Por José Pimentel Muñoz. La serpiente cascabel del Parque Zoológico y Botánico murió anteayer en una lucha con una rata. Esta también murió.
El roedor le fue lanzado a la serpiente por un empleado del Zoo “para que cenara”, pero los dos animales lucharon hasta morir.
La cascabel, desde que llegó al Zoo en marzo pasado, se alimentaba de pequeñas ratas que le eran lanzadas muertas. Sin embargo, el empleado del parque, Bienvenido Reyes, lanzó al ofidio el jueves en la tarde una rata viva de gran tamaño.
El roedor trituró la cabeza a la serpiente, pero murió aparentemente de las mordidas que esta le infirió.
El empleado que lanzó la rata al serpentario no es el que cuidaba el reptil. La adquisición del ofidio por parte del Zoo causó revuelo entre diversos zoólogos que consideraban peligrosa su presencia aquí. Estos estimaron que la serpiente podría escapar del profundo y ancho hoyo cercado por una verja de blocks en que se hallaba y aparearse con otros animales de su especie.
No obstante, funcionarios del Ayuntamiento del Distrito y del parque zoológico, explicaron que a la cascabel se le extirpó su ponzoña y que por tanto no ofrecía peligro.
Se dijo que a la cascabel, de poco más de un año de edad, se le haría un examen cuando fuera más grande para determinar si podía volver a inocular veneno. Un guarda permanente, con gran experiencia en la cuida de culebras, fue colocado en el serpentario”. El Caribe, 20 de septiembre de 1969. Página 11.