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San Juan de la Maguana no quiere oro, quiere agua

Publicado en Editorial, hace 4 horas

En el corazón de la República Dominicana, la provincia de San Juan de la Maguana se alza con una voz clara y unificada: el agua vale más que el oro. Mientras el debate sobre la explotación minera, específicamente el proyecto Romero de GoldQuest, resurge, los habitantes de San Juan no buscan la riqueza efímera que la extracción de minerales promete. Su verdadera necesidad y prioridad es el acceso a un recurso vital y cada vez más escaso: agua limpia y abundante.

La preocupación en San Juan no es infundada. La escasez de agua es una realidad palpable que afecta a barrios y a la agricultura, pilar fundamental de la economía local. El río San Juan, fuente principal de abastecimiento, sufre interrupciones constantes debido a las crecidas y el arrastre de sedimentos, dejando a la población sin el suministro adecuado. En este contexto, la posibilidad de una minería a gran escala genera alarma por el impacto irreversible que podría tener en las fuentes hídricas subterráneas y superficiales, así como la contaminación por metales pesados y cianuro.

Expertos y organizaciones ambientales han advertido sobre los graves riesgos que la minería metálica a cielo abierto representa para la biodiversidad, la calidad del agua y la seguridad alimentaria. La promesa de empleos y contribuciones fiscales, aunque atractiva en el papel, palidece ante la amenaza de dejar un legado de tierras infértiles y aguas contaminadas, hipotecando el futuro de las generaciones venideras.

La movilización social en San Juan de la Maguana es un testimonio de la profunda conexión de su gente con su tierra y sus recursos naturales. Marchas, protestas y pronunciamientos de diversos sectores —desde líderes comunitarios y agricultores hasta organizaciones evangélicas y profesionales— resuenan con una sola demanda: detener toda intención de otorgar concesiones mineras que pongan en riesgo el agua y la vida en el valle.

Es hora de que las autoridades escuchen el clamor de San Juan de la Maguana. El desarrollo sostenible no puede construirse sobre la base de la destrucción de los recursos naturales esenciales. La inversión debe enfocarse en soluciones duraderas para la crisis hídrica, en la modernización de la infraestructura de riego y abastecimiento, y en el fomento de prácticas agrícolas y económicas que garanticen la prosperidad sin comprometer el medio ambiente.

San Juan no pide oro. Pide la garantía de un futuro donde el agua sea un derecho, no una mercancía amenazada. Es un llamado a la sensatez, a la protección de nuestros bienes más preciados y a la construcción de un porvenir donde la vida y la sostenibilidad sean la verdadera riqueza.

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