Publicado en Regionales, hace 20 horas
Elías Piña. – El polvo, la carcoma y el eco del abandono son hoy los únicos residentes de los templos católicos en comunidades como Guayajayuco, Río Limpio, Villa Anacaona, Villalpando y Pedro Santana, ubicadas en la marginada línea fronteriza del suroeste, provincia Elías Piña.
En esta región, marcada por el olvido estatal, la pobreza extrema y una creciente presión migratoria, la presencia pastoral es más necesaria que nunca. Sin embargo, los templos muestran un deterioro evidente, símbolo de una Iglesia que ha ido cediendo terreno y de un Estado que ha abandonado sus responsabilidades más básicas.
Luego de un impresionante recorrido en la zona limítrofe del país, se llevo a cabo una entrevista con el obispo de la diócesis de San Juan de la Maguana, monseñor Tomás Alejo Concepción, quien denunció las condiciones precarias en las que se encuentran las capillas y otros espacios religiosos, debido —según expresó— a la falta de apoyo por parte del gobierno dominicano.
“Nosotros somos quienes sostenemos la permanencia de las personas en estas comunidades. Somos los padres que llevamos un mensaje de aliento y esperanza”, afirmó el obispo.
Asimismo, monseñor Alejo lamentó el abandono histórico de la frontera por parte de los gobiernos, y evocó la figura del dictador Rafael Leónidas Trujillo como el único que —según él— mostró interés por fortalecer la presencia de la Iglesia en la zona.
“Fue Trujillo el único que construyó iglesias, casas parroquiales, y que asignó un sueldo a los sacerdotes para garantizar su permanencia y la protección espiritual de la frontera”, afirmó.
Aunque la diócesis de San Juan mantiene un esfuerzo sostenido en la zona, la falta de apoyo y la indiferencia desde los altos mandos eclesiásticos a nivel nacional agravan la situación. Para muchos, el silencio de los principales líderes de la Iglesia Católica frente a estas denuncias resulta incomprensible y doloroso.
Iván Gatón: “La frontera necesita una Iglesia viva”
Durante un reciente recorrido por estas comunidades, el académico y analista Iván Gatón expresó su profunda preocupación por el estado de abandono de los templos y la ausencia pastoral en la zona.
“Se necesita un resurgir del fervor, no solo entre los predicadores católicos, sino también entre otras expresiones religiosas comprometidas con el acompañamiento social y cultural de estas comunidades”, manifestó Gatón.
El profesor también contrastó la pasividad de la Iglesia dominicana con el crecimiento visible de estructuras religiosas del lado haitiano, advirtiendo sobre el riesgo de perder el componente espiritual y cultural que ha sido clave en la identidad de la frontera dominicana.
“El cristianismo, más allá de la fe, representa una referencia ética y una forma de vivir en comunidad. La evangelización, el mensaje de Cristo y el compromiso social de las iglesias no deben desaparecer de la frontera”, subrayó.
Sus declaraciones no solo reflejan el deterioro físico de las infraestructuras religiosas, sino una herida más profunda: el sentimiento de abandono que embarga a estas comunidades, que ya no solo han sido desamparadas por el Estado, sino también por una Iglesia que alguna vez fue su refugio y esperanza.