Santo Domingo.- A pesar de que “The Incredible Hulk” (1978–1982) partía de un concepto fantástico, es decir, un hombre que se transforma en una criatura verde y poderosa cuando se enfurece, su verdadero poder no residía en los efectos especiales ni en la acción.
Lo que hizo que esta serie se convirtiera en un hito televisivo fue su profundo enfoque humano.
Lejos de limitarse a las convenciones de los cómics o de explotar el espectáculo, la serie creada por Kenneth Johnson ofrecía episodios cargados de tragedia, compasión y dignidad.
La actuación comprometida de Bill Bixby como el doctor David Banner y la imponente presencia física de Lou Ferrigno como Hulk fueron fundamentales para darle al show una carga emocional que aún hoy resuena entre los espectadores.
A pesar de las limitaciones técnicas de la época y un presupuesto ajustado, “The Incredible Hulk” apostó por contar historias conmovedoras que intentaban exolorar el dolor, la pérdida y la esperanza con seriedad y respeto, pero sin dejar de ser a un lado las típicas exageraciones de una serie basada en un cómic.
Una narrativa errante con alma trágica
La serie seguía al doctor David Banner, un médico viudo que, tras un experimento fallido con radiación gamma, se transforma en el increíble Hulk cuando se ve sometido a estrés o ira.
Declarado muerto y huyendo del sensacionalista periodista Jack McGee (Jack Colvin), Banner vaga por Estados Unidos adoptando identidades falsas, ayudando a personas en situaciones difíciles, mientras busca desesperadamente una cura para su condición.
Cada episodio funcionaba como una pequeña tragedia moderna. Banner llegaba a un nuevo lugar, establecía vínculos con personas que necesitaban ayuda, y finalmente, al revelarse su secreto, debía huir nuevamente.
Esta estructura, inspirada en clásicos como la serie “The Fugitive” o “Los miserables”, se veía reforzada por la icónica música melancólica de Joe Harnell, especialmente la pieza “The Lonely Man”, que acompañaba el lento caminar solitario de Banner al final de cada capítulo.
No eran solo historias sobre un monstruo: eran parábolas sobre la soledad, la redención y la imposibilidad de encontrar un hogar.
Bixby y Ferrigno: entrega total
El alma de la serie fue sin duda Bill Bixby, cuya interpretación de David Banner destilaba humanidad, vulnerabilidad y una constante lucha interior. Bixby se tomó su rol con gran seriedad, rehusándose incluso a ser fotografiado junto a Lou Ferrigno en su maquillaje de Hulk para mantener la ilusión de que ambos eran entidades distintas.
En un gesto de profesionalismo notable, Bixby no veía actuar a Ferrigno, ni Ferrigno lo veía a él, para preservar esa desconexión emocional que marcaba al personaje.
Por su parte, Lou Ferrigno, un fisiculturista con discapacidad auditiva que admiraba al personaje desde niño, aportó no solo su impresionante físico, sino también una notable sensibilidad en su lenguaje corporal. Su Hulk no hablaba, pero transmitía emociones complejas: ira, ternura, dolor, compasión.
A menudo descalzo y maquillado durante horas, Ferrigno hacía todas sus escenas de riesgo y soportaba lentes de contacto dolorosos y pelucas de pelo de yak para darle vida al monstruo.
La química invisible entre Bixby y Ferrigno funcionó gracias a su compromiso compartido. Fuera de cámaras, desarrollaron una amistad profunda. Ferrigno lo consideraba un mentor y una figura paterna. Asimismo, cuando se intentó recortar al personaje de Jack McGee por razones presupuestarias, ambos actores amenazaron con abandonar la serie en solidaridad con Jack Colvin.
Un legado de empatía
“The Incredible Hulk” tocó temas sensibles con una seriedad poco habitual en las series de su tipo: alcoholismo, violencia doméstica, enfermedad mental, abuso infantil.
Aunque las limitaciones de la televisión de los años 70 impedían profundizar demasiado, los guionistas trataban estos temas con respeto y empatía. Esto diferenciaba a la serie de otras adaptaciones de superhéroes de la época que caían en el ridículo o la superficialidad.
El propio creador, Kenneth Johnson, evitó elementos fantásticos excesivos. Quería una serie realista, más centrada en el drama humano que en los superpoderes.
Por eso, Hulk no hablaba ni volaba ni destruía ciudades. Se limitaba a empujar o lanzar a sus enemigos, nunca a golpearlos, para no cruzar la línea de lo violento ante un público familiar.
Un final ausente, un recuerdo eterno
La serie fue cancelada de forma abrupta en 1982 tras cinco temporadas, sin darle a los fans el cierre que merecían. Bixby había expresado su deseo de hacer un episodio final en el que David se curara definitivamente.
Sin embargo, nunca se llegó a escribir ni filmar debido a la cancelación inesperada por parte de CBS.
Años más tarde, se produjeron tres películas para televisión: “The Incredible Hulk Returns” (1988), “The Trial of the Incredible Hulk” (1989) y “The Death of the Incredible Hulk” (199). Aunque estas intentaron ofrecer un cierre, ninguna igualó el poder emocional de la serie original.
La última, de hecho, mostraba la muerte de Banner, cayendo desde un avión, una decisión que dividió a los fans.
El dolor también tocó al elenco en la vida real. Bixby sufrió la pérdida de su hijo y el suicidio de su exesposa durante los años de rodaje, tragedias que afectaron su entusiasmo en las últimas temporadas. Aun así, su profesionalismo nunca decayó.
Una serie que sigue viva
“The Incredible Hulk” recibió varias nominaciones al Emmy, y aunque solo ganó una, dejó una huella profunda en la historia de la televisión.
Fue el programa de superhéroes más exitoso de su época, gracias a que nunca se trató solo de superhéroes. El otivo fue que en realidad era serie sobre lo que significa ser humano, sobre vivir con una maldición, buscar la redención y aprender a seguir adelante, incluso cuando todo se ha perdido.
Quienes la vieron en su momento, o la han descubierto décadas después en DVD o plataformas digitales, siguen recordando la imagen de David Banner alejándose bajo la lluvia, con los ojos llenos de tristeza pero sin perder la esperanza.
Porque, como él mismo decía al despedirse de las personas que eran especiales para él: “Sé bueno contigo mismo”.