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Trump, Dios y las miserias humanas

Publicado en Todo Incluido, hace 4 horas

Cuando Dios «hizo al hombre» a su imagen y semejanza, según los creyentes de estas historias, inmediatamente se percató de que con la «desobediencia» de Adán y Eva, «su creación» venía con un defecto de fábrica…

El hombre sigue siendo ese animal ignorante que, aun sabiendo de su breve existencia, «se empeña» en glorificar «su eternidad» de acuerdo a sus actos dejados.

Donald Trump no se escapa a estos asuntos, ni siquiera los que hemos tenido «la dicha» de vivir en una edad más avanzada de los tiempos en los que hemos podido documentar la historia y «aprender» de ella.

¿Dictadores No tendría espacio este latido para nombrarlos, ¿Oportunistas? Tampoco nos alcanzaría el espacio. Lo que sí podríamos hacer es una síntesis de «esa estupidez humana» que se encima al podio y usurpa a «Dios».

Toda «esa grandeza» que le hemos atribuido a «nuestro creador». Solemos decir que Dios lo puede todo, que «sabe lo que hace», que es omnipotente y que es, sobre todo, «amor».

Los seres humanos admiramos y ambicionamos tener «esas virtudes» atribuidas al «todopoderoso», razón por la cual «Adán» prueba la manzana pensando que le daría los dones de este.

Han pasado miles de años y todavía «aspiramos» a esos imposibles, pero basta con tener la más mínima oportunidad para «intentarlo» nuevamente.

A Donald Trump se la dimos, y en esto me incluyo porque voté por él, solo que también nos equivocamos, como Dios, porque nos olvidamos que era «un ser humano» cualquiera, con las mismas pendejadas que todos llevamos.

Llegar a ocupar la primera posición de una de las naciones más poderosas del planeta no es un asunto que todos podamos manejar «sensatamente», pero descaradamente es todavía menos pensable.

Aunque muchos ya sabíamos que esta poderosa nación ha manipulado a la mayoría de países del planeta, nunca lo habíamos tenido tan claro con esta administración, ya que el asunto se había manejado «guardando las apariencias».

Donald Trump ha terminado dándole la razón a Ortega, Maduro, Fidel Castro, Chávez y todos «esos otros dictadores» que han vivido denunciando los abusos de los gringos a costa de las libertades de sus pueblos.

Hoy este mandamás del mundo, se le ha subido la fama y el poder a la cabeza, rompiendo todos los avances de «civilización» que se simulaban en el pasado y que, al igual que Napoleón, Stalin, Hitler o Mussolini, promueve una división racial y un nacionalismo que nunca ha terminado bien… Miren la historia…

¿Cómo es posible que aún abriguemos tantas miserias humanas entre nosotros? Peor «este caballero», que al ostentar el cargo de la nación que más ha tolerado la integración de todas las razas y nacionalidades del mundo, tenga el poder de echar todo lo logrado para atrás con una simple firma.

Hecatombe

El ejemplo que Donald Trump está dando al mundo se ha ido propagando como una plaga y promete acercarnos más a una hecatombe planetaria. Si voté por él pensando que evitaría la tercera guerra mundial, ahora pienso todo lo contrario.

Estamos a punto de perder el planeta, ya que los Estados Unidos gozaban del poder de «hundir y aplacar» a cualquiera, pero ya todos le faltan el respeto ante las ambivalencias y desatinos que este individuo está causando.

Las miserias humanas terminan alabando, no solo a un ser invisible y ausente, sino también a individuos que promueven el odio y la destrucción. Solo basta con estudiar el auge y la manipulación con la que Adolfo Hitler engañó al pueblo alemán, llevándolo a la total destrucción de Alemania.

Yo sabía que serían cuatro años de penurias ante el ego y la insensatez de la personalidad de Donald Trump, pero nunca me imaginé que se pasaría tanto y tan estúpidamente de la raya.

Los tambores de guerra ya están retumbando por el mundo. Solo espero que de esta experiencia los países de Latinoamérica aprendan a cuidarse y a ser más solidarios entre ellos; así se les suba a la cabeza a uno que otro jugar a ser Dios. Una utopía tan obvia como la brevedad del tiempo humano y la eternidad de sus miserias. ¡Salud! Mínimo trumpero

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