Publicado en Editorial, hace 17 horas
La ciudad de Barahona, enclavada en la “Perla del Sur”, recibe a sus visitantes con una postal desoladora. Al adentrarse en sus calles, la promesa de la exuberancia natural se desvanece ante una realidad cruda y arrabalizada. Es un espejismo de decadencia.
La falta de orden y planificación urbana es palpable; las aceras rotas, los montones de basura, el cableado aéreo caótico y las edificaciones sin terminar se mezclan con el esplendor natural de sus costas.
Esta descuidada apariencia de su entrada principal no solo afea la ciudad, sino que también proyecta una imagen de abandono y olvido.
Barahona merece un mejor recibimiento.
Sus habitantes y las autoridades locales tienen la responsabilidad de rescatar su belleza intrínseca y devolverle el brillo que la convierte en una joya del Caribe, ofreciendo a quienes la visitan la bienvenida que se merecen.