Un patrullaje que genera desconfianza

En las últimas semanas, una creciente inquietud ha invadido las calles de Barahona. La presencia de agentes policiales encapuchados realizando labores de patrullaje, una práctica inusual en nuestra ciudad ha generado un profundo rechazo entre la ciudadanía. Lejos de infundir una sensación de seguridad, esta medida ha sembrado incertidumbre y, lo que es peor, desconfianza en la institución que debe velar por nuestra tranquilidad.

La transparencia es un pilar fundamental en la relación entre la autoridad y el ciudadano. La ocultación del rostro de quienes portan el uniforme y el arma del Estado contradice directamente este principio. ¿Cómo puede un ciudadano identificar a un agente? ¿Cómo puede presentar una queja o una denuncia si no conoce la identidad de quien lo aborda o patrulla su vecindario? Esta falta de identificación visible abre la puerta a la arbitrariedad y al abuso, minando la ya frágil confianza en nuestras fuerzas del orden.

Los ciudadanos de Barahona no piden menos seguridad, sino una seguridad con rostro, una seguridad que respete los derechos y la dignidad de las personas. El patrullaje encapuchado evoca imágenes de operativos especiales en zonas de conflicto, no de la vigilancia cotidiana en una ciudad pacífica que busca orden y respeto. Esta acción, lejos de acercar a la policía a la comunidad, la distancia y genera un ambiente de temor y sospecha mutua.

Es imperativo que las autoridades revisen esta práctica de inmediato. La seguridad ciudadana se construye con cercanía, con respeto y con la identificación plena de quienes la garantizan. Patrullar con el rostro descubierto no solo es un acto de transparencia, sino también de valentía y de compromiso con la comunidad. Barahona merece una policía que inspire confianza, no una que se esconda bajo el velo del anonimato. La ciudadanía ya ha expresado su rechazo; es tiempo de escuchar y actuar en consecuencia para restaurar la tranquilidad y la fe en nuestras instituciones.