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Una justa honra a Vincho

Publicado en Todo Incluido, hace 8 años

Por César Medina.- 
Es verdad lo que ha dicho la Academia Dominicana de la Lengua: el doctor Marino Vinicio Castillo “es un prócer de la República y un prócer de la palabra”– de la palabra escrita y de la palabra hablada–, en adición a su condición indiscutible de maestro ejemplar del Derecho.

Cuando una institución del prestigio de la Academia de la Lengua y de su presidente, Bruno Rosario Candelier, hacen esa distinción a una figura como Vincho, se empinan sobre la miseria y la mediocridad proverbiales que han pretendido reducir a una de las personalidades más cautivantes, correctas y puras de la sociedad dominicana.

Con más de medio siglo dando cátedra de buena conducta social, política y familiar en un medio con tan alta propensión a la vida díscola y despreocupada, Vincho Castillo se ha ganado como pocos el reconocimiento que ahora le tributa la Academia con palabras tan justas y adecuadas como las de su presidente Rosario Candelier: “(…) El concepto que yo tengo de lo que es un prócer de la República lo encarna usted; la idea que tengo de lo que es un prócer de la palabra la encarna usted porque usted lo ha demostrado en múltiples ocasiones: en sus intervenciones radiales y en la televisión; en su programa La Respuesta, en sus artículos, en sus intervenciones como orador… Usted ha hecho uso ejemplar de la palabra…”.

…Momento oportuno
Reconocer en Vincho al maestro que ha sido siempre en los estrados y en la academia, en el aula universitaria, en sus cátedras públicas, no tuviera tan alto significado cualitativo si no proviniera de una entidad como la Academia de la Lengua y de un intelectual como Bruno Rosario Candelier.

Considerado uno de los grandes puristas del idioma y figura descollante en el arte de administrar letras y conceptos, el profesor Rosario Candelier no es dado a los elogios que prodiga la banalidad intelectual dominicana en sus frecuentes “intercambios de bombos mutuos”.

Mucho menos estila la Academia de la Lengua entregar premios para esperar otros a cambio ni intercambiar estatuillas y placas con el fin de inflar egos y llenar espacios en los anaqueles de intelectuales y académicos.

De ahí el significado –por el momento oportuno en que lo hace la Academia–, de este reconocimiento al doctor Castillo, y cobra peso la siguiente afirmación de Rosario Candelier: “(…) Como usted ha hecho uso de la palabra de forma ejemplar, esta Academia –cuyo lema es “la lengua es la patria”–, valora y pondera todo lo que encarna una dimensión patriótica, y usted ha sido un ejemplo admirable para nuestro país”.

Siempre con humildad
El doctor Castillo recibió el reconocimiento con su tradicional humildad, y se empeñó en aclarar que todos los actos de su vida han estado enmarcados en sus convicciones, en su amor por la patria y en la dignidad de su profesión de abogado.

Estuvo acompañado por sus hijos y adherentes de la Fuerza Nacional Progresista –entre ellos Pelegrín, candidato presidencial–, pero en el acto se respetó el escenario académico al margen de la política partidaria coyuntural… …Lo que no pudo evitar Vincho fue que su imagen prócera se encumbrara sobre la maledicencia pública que ha pretendido apostrofar su excelsa carrera, su conducta intachable y su patriotismo a toda prueba… ¡Me honra ser su amigo!

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