Publicado en Mundiales, hace 4 horas
Ciudad del Vaticano.- El Colegio de Cardenales que se dispone a elegir al próximo Papa cuenta con una presencia visible de electores pertenecientes a la Generación X y a los millennials, líderes marcados no solo por el Concilio Vaticano II, sino también por la globalización, los medios digitales y un mundo en rápida transformación.
Varios cardenales menores de 60 años, nacidos en las décadas de 1970 y 1980, están aportando nuevas sensibilidades pastorales y comunicativas al cónclave. Entre ellos figuran el cardenal italiano Giorgio Marengo, misionero en Mongolia con 50 años; el cardenal portugués Américo Aguiar, de 51, quien organizó la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa; y el cardenal Mykola Bychok, de 45 años, obispo greco-católico ucraniano radicado en Australia.
Al menos 15 cardenales nacieron después de 1965 —el año en que concluyó el Vaticano II— marcando así una nueva etapa generacional en el colegio cardenalicio.
Cardenales ‘influencers’ en redes sociales
“Hoy muchos cardenales no son solo líderes religiosos o protagonistas de noticias; también son creadores de contenido e ‘influencers’ en redes sociales”, explicó Gustavo Entrala, experto en comunicación que colaboró en el lanzamiento de la cuenta de Twitter del Papa Benedicto XVI. “Desde 2013 ha habido un cambio cultural profundo: ahora muchas figuras eclesiásticas comparten abiertamente en redes, lo que permite escrutar sus mensajes y opiniones en tiempo real.”
Y el cambio no es solo generacional, sino también tecnológico. Muchos prelados publican directamente en sus redes sociales, sin la mediación de asesores de comunicación. El cardenal Aguiar, por ejemplo, publicó una selfie junto a los cardenales Marengo y Bychok dentro de la Basílica de San Pedro, imagen que se viralizó en redes católicas durante el funeral del Papa Francisco, el 26 de abril. Por su parte, el cardenal japonés Tarcisio Isao Kikuchi, presidente de Caritas Internationalis, compartió en Facebook una selfie en autobús junto a otros cardenales rumbo a Santa María la Mayor.
Estas nuevas formas de interacción revelan a un Colegio de Cardenales cada vez más familiarizado con la cultura digital, lo que plantea interrogantes sobre la transparencia, la discreción y el papel de los cardenales en la era digital.
Anunciar la fecha del cónclave desde X
El cardenal William Goh, único purpurado de Singapur, nacido en 1957, publicó en X (antes Twitter) la fecha del cónclave apenas minutos después de que fuera confirmada oficialmente, mencionando además que los cardenales se reúnen diariamente en congregaciones generales y solicitando oraciones para discernir qué tipo de Papa necesita hoy la Iglesia. El mismo mensaje lo replicó en su canal de Telegram.
Entre la ley canónica y el ‘olor a oveja’
Siguiendo la enseñanza de Francisco, que insistía en que los pastores estén cerca de su rebaño, muchos prelados ven en las redes sociales —“el continente digital”— una herramienta más para salir de la sacristía y estar presentes en el mundo. Sin embargo, mientras las normas canónicas exigen absoluta discreción durante el cónclave, la era digital impone un desafío no solo legal, sino también espiritual.
Como lo observó Giovanni Tridente, periodista y profesor de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz en Roma, la comunicación hoy no solo abarca técnicas, sino que toca el corazón mismo de la vida pastoral. Para muchos cardenales, comunicarse ya no es una opción, sino un espacio donde expresar su cercanía al pueblo de Dios.
“No se trata solo de una cuestión técnica, sino de un estilo pastoral”, señaló Tridente. Algunos cardenales mantienen vínculos vivos con sus comunidades mediante gestos pequeños y significativos: una palabra medida, una foto compartida. Otros, en cambio, optan por la discreción total. “Ambos caminos merecen respeto”, agregó.
Cuidar lo esencial en medio de la inmediatez
El verdadero desafío, según Tridente, está en cómo proteger lo esencial cuando todo exige visibilidad, inmediatez y relato constante. “El cónclave siempre ha sido un tiempo distinto, no para aislarse del mundo, sino para apartarlo por un momento y mirar hacia dentro con mayor claridad y libertad.” En este sentido, sugiere, el silencio también puede convertirse en una poderosa forma de comunicación.
Para Entrala, existe una tensión evidente entre la cercanía pastoral que muchos cardenales manifiestan en redes y la discreción radical que demanda el cónclave. “En 2013, los cardenales estadounidenses daban conferencias de prensa diarias hasta que se les pidió suspenderlas. Hoy vemos un eco de aquello, pues el camarlengo, cardenal Kevin Farrell, ha solicitado que no se hagan declaraciones públicas. Será interesante ver cómo manejan sus teléfonos.”
Garantizar el buen funcionamiento de la sede vacante
El camarlengo es el encargado de constatar la muerte del Papa, organizar el cónclave y asegurar el buen funcionamiento del Vaticano durante la sede vacante. Sin embargo, incluso un evento tradicionalmente reservado como el cónclave está ahora expuesto a un incesante flujo de imágenes, opiniones y análisis, reflejo de una era dominada por las redes sociales y la inteligencia artificial.
“Hoy la gente consume contenido como nunca antes, y gracias al Papa Francisco, el Vaticano genera más interés que en 2013, cuando se produjo la histórica renuncia de Benedicto XVI”, indicó Entrala. “Y cuanto más sabemos de la realidad que nos rodea, más queremos participar de ella.”
Un entorno que informa, conecta y distrae
Para Tridente, este entorno “informa y conecta, pero también puede abrumar y distraer”. En este contexto, muchos cardenales que apenas se conocen entre sí llegan condicionados por relatos fragmentados y presiones externas.
Por ello, subrayó, la invitación de Francisco a “bajar el ritmo” y crear espacios de silencio, escucha y discernimiento resulta más urgente que nunca. “Frente al exceso, también podemos aportar algo: rezar por los cardenales en estos días es una forma concreta de acompañarlos, confiando al Espíritu Santo lo que no podemos prever ni controlar, y creyendo en su inteligencia espiritual, libertad interior y sentido de responsabilidad, para que elijan a quien de verdad sirva a la Iglesia y a la humanidad.”
El secreto al servicio de la libertad
El canonista Kurt Martens, profesor de la Universidad Católica de América en Washington, enfatizó que el secreto del cónclave no es solo una tradición, sino una norma con sentido pastoral: proteger la libertad de los cardenales.
“A menudo nos atrae el drama del secreto —a veces alimentado por novelas como las de Dan Brown—, pero todas esas reglas tienen una función importante”, explicó Martens. “Se trata de evitar presiones externas y preservar la libertad de elección.”
Martens recordó cómo, tras un veto político en el cónclave de 1903, el Papa Pío X reformó la ley para excomulgar a quienes intenten interferir en una elección papal. San Juan Pablo II amplió esta norma en Universi Dominici Gregis, prohibiendo toda injerencia, incluso de grupos o movimientos.
Hoy, afirmó Martens, las redes sociales plantean desafíos inéditos. “En 2013 ya existían, pero ahora son mucho más invasivas. Algunos cardenales desaprovechan oportunidad tras oportunidad de guardar silencio y evitar influencias externas.” Las publicaciones públicas, comentarios o insinuaciones, incluso fuera de la Capilla Sixtina, ponen en riesgo el espíritu de secreto que protege la libertad del cónclave.
“Las redes sociales son una forma de influencia”, advirtió Martens. “Hablar públicamente, incluso de manera sutil, puede violar Universi Dominici Gregis. Afortunadamente, varios cardenales se mantienen en discreto silencio, como corresponde.”