Publicado en Editorial, hace 7 horas
Lo que va de año en la República Dominicana ha sido, una vez más, un recuento doloroso de vidas femeninas truncadas.
Cada nombre que se suma a la lista de mujeres asesinadas por la violencia machista es un grito de alarma que nuestra sociedad no puede seguir ignorando.
Estos feminicidios no son hechos aislados; son la punta de un iceberg de desigualdad y una cultura que aún permite la violencia contra la mujer. A pesar de los esfuerzos, las cifras persisten, evidenciando fallas en la prevención, en la protección de las víctimas y en la celeridad de la justicia.
Es imperativo que el Estado y la sociedad civil redoblen esfuerzos. Necesitamos políticas más efectivas, mayor educación en igualdad de género desde la niñez, y un sistema judicial que garantice cero impunidad.
La vida de nuestras mujeres no puede ser una estadística más. Es hora de ponerle un punto final a esta cuenta fatal.