Carta íntegra
Santo Domingo, D.N.
25 de febrero 2024.
Apreciado Jaime David:
Tu y yo tenemos en común haber nacido y crecido en una familia que luchó contra la tiranía de Trujillo; ambos sufrimos desde pequeños los rigores de ver a nuestros mayores perseguidos, encarcelados, torturados y, en tu caso, asesinados, como lo fueron tus heroicas tías, las hermanas Mirabal.
Tú y yo tenemos en común haber sido formados políticamente por el profesor Juan Bosch, el maestro que nos enseñó la dignidad y el decoro en la política, que nos dejó como ejemplo su vida ejemplar, que nos inculcó el servicio a la Patria y la defensa a los hombres y mujeres de nuestro pueblo, de aquellos a los que él llamó los “hijos de machepa”.
Hoy, que la Patria que nos duele atraviesa por graves dificultades, inmersa en una situación económica calamitosa, con una carestía de los artículos de primera necesidad que golpea el bolsillo de los pobres, con inseguridad en las calles de sus ciudades, con un gobierno incapaz de gobernar para la mayoría porque solo sabe defender los intereses de los ricos, con autoridades que no escoden sus inclinaciones autocráticas y que, con tal de mantenerse en el poder acuden a comprar voluntades y abstenciones electorales, sin la menor pizca de vergüenza y recato, se necesita con urgencia que la oposición se una bajo un solo liderazgo, capaz de enfrentar estos males y, para como dices en tu carta, emprender de nuevo el camino de la transformaciones y el progreso.
Necesitamos, por tanto, apreciado Jaime David, la experiencia, la madurez, la inteligencia y capacidad de un líder probado, de un conductor de pueblo que ya haya demostrado que sabe respetar y fortalecer la democracia y gobernar en beneficio de las mayorías. En Francia, en las horas turbulentas vividas en 1958 bajo la llamada IV República, los franceses llamaron en su socorro al hombre que le había servido anteriormente con eficacia: a Charles de Gaulle, y a él le confiaron la conducción del Estado.
Atentamente de tu compañero,
Rafael Alburquerque.